viernes, 29 de octubre de 2010

Estimo que la épica ...

puede adoptar aspectos inusitados en su manifestación, incluso, que atenten contra su propia esencia...
Ante Vds.:

                                         TEMUJIN

-" Nunca lo veré..."
Es el pensamiento verbalizado de un mogol montado sobre un caballo de pequeña alzada, bajo cuya montura asoma un pernil de cordero macerado en el sudor del equino. El arco al alcance de su mano y profusión de flechas para abastecerlo.
Cabalga entre una compacta masa de miles de jinetes, todos muy parecidos.
-"Nunca lo veré..."
Repite para sí el joven integrante de la horda, durante la inclemencia de una de las interminables marchas.
Bebe sangre abriendo una vena en el pescuezo de su cabalgadura; no hay agua en la zona que atraviesan.
-"Nunca lo veré..."
Como una obsesión, como una letanía musitada...
-"Nunca veré al Hijo del Cielo, a Temujin, al que sus enemigos llaman Gengis Khan, al Señor de la Vida y la Muerte por quien padezco privaciones y combato..."
La nube de polvo en la lejanía se hizo carne y metal: los árabes abásidas, los del Califato de Bagdad, presentan lucha...
Confusión, sangre y caos en la batalla.
El guerrero mogol que nos concierne no enfrenta al enemigo, si no que se abre sangriento paso entre las filas de sus propios camaradas.
No llega lejos, lo atraviesan las flechas disparadas por un lugarteniente de la propia fuerza.
-"Traidor...", le dice al pasar a su lado.
El guerrero enuncia antes de morir desangrado:
-"Debía conocer a quien me envía a morir, no a quien me mata..."
Expira.

                                      FIN



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