domingo, 3 de octubre de 2010

Apreciados y apreciadas...

Es difícil imaginar hasta donde puede llegar el poder absoluto, dada la humana limitación para abarcar los alcances de este termino. Para que esta introducción no paresca descolgada, publico esta nueva pieza de narrativa breve que integra el volumen que da titulo al presente blog, como ya lo mencioné en otra oportunidad y quizás, lo seguiré mencionando.
Sras. y Sres., con Vds....
                                                   
                                           HIJO DEL CIELO          

El Emperador, sacralizado hasta ser imposible todo contacto con el mismo, el día del gran terremoto quedó sepultado en vida, atrapado bajo una loza que ninguno de los sobrevivientes se atrevió a mover dado que el ceremonial no preveía aquello.
De todos modos, de haberlo previsto, los funcionarios que debían interpretar y proceder habían muerto.
Como el cataclismo ocurrió durante una de las ceremonias masivas propias de esta cultura, miles de súbditos postrados fueron tragados por grietas que se abrieron en el pavimento.
Los que sobrevivieron siguieron postrados, ya que quienes transmitían las ordenes del emperador para incorporarse, habían desaparecido.
Al día siguiente, algunos con sus fuerzas exangues, se incorporaron acicateados por la sed, el hambre y la desesperación. Otros en las mismas condiciones, se lanzaron a arrancarle los ojos a los impíos que incurrieron en abominación, para castigar la afrenta a la Divina Investidura.
El único que quedó vivo, cumplida su tarea, cayó en una grieta con la mirada borrosa.
Sucedió en China. 
Posteriormente, nuevos funcionarios entronizaron a un nuevo Hijo del Cielo, vinculado a su pueblo mediante las mismas leyes ancestrales que impidieron la salvación del anterior.

                                                            FIN           

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