miércoles, 20 de octubre de 2010

Honorables personas...

Espero que resulte de vuestro interés,
el siguiente cuento breve
más no por ello menos sustancioso,
tal como en cuestiones del querer no es mas dichoso,
quien en vez de un talle leve
prefiere el ampuloso alguna vez.


                                           MIRADAS AJENAS

El individuo piensa que la borrachera de la noche anterior fue atroz.
De todos modos, el fin de semana terminó y también esa hembra que ni recuerda cuando se fue.
Por suerte no le afanó nada dado el grado de inconsciencia al que llegó. Podría haber sido una viuda negra...¿Le habrá puesto algo en la bebida?...
Y la resaca...vómitos y vómitos abrazado al inodoro como a un madero en un naufragio.
¿Por qué lo miran todos desde que salió de su casa?...
Debe ser por su semblante abotagado; ni quiso mirarse en el espejo.
Supone estar pálido o verdoso por los excesos pasados.
Los niños se ríen.
Los adultos lo miran y desvían la mirada.
Un grupo de jóvenes de aspecto marginal profiere expresiones ininteligibles entre carcajadas.
Malditos drogados, piensa.
En el subte, la situación se hizo insostenible.
-¡Que carajo me mira!...¿Tengo monos en la cara?...
Le espetó a un par de desconcertados desconocidos que se hallaban en el andén.
No ascendió a ninguna formación y se volvió a su casa.
El portero pareció horrorizado al verlo, al igual que la vecina del tercero, la que se aplicó botox recientemente.
Lo primero que hizo al entrar a su departamento, fue mirarse al espejo...
Dos cabezas de monos, un chinpancé y un gorila, le sonreían desde cada mejilla sombreada por la barba de dos días.
Recordó con horror, que la mujer que conoció en fugaces circunstancias y con la que celebró la orgía alcohólica, dijo ser una artista del tatuaje, no del que emplea henna y es transitorio, del permanente.

                                               FIN

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