jueves, 21 de septiembre de 2017

TERCER CORDÓN DEL CONURBANO

 - ¡ Andá a hacerte gárgaras con la menstruación de tu puta madre!...
 El insulto, de altísimo contenido soez, toma por sorpresa a Brian Ezequiel González, quién apenas sabe proferir como fórmula intimidatoria en un entrevero...¡Eh!...Gato..., para ahora hallarse azorado ante el otro, su supuesta víctima.
 Entiende que esta es la condición del sujeto al que encañona en la parada de colectivos próxima a la ruta, transitada por esporádicos vehículos que parecen horadar la noche con sus focos. La modesta pistola Tala del veintidós largo, con numeración limada, es la más barata que consiguió en alquiler en la villa de José León Suarez. Brian, la porta con proyectil en la recámara y sin seguro.
 El otro avanza hacia él.
 - ¡ Estás robado !...¡ Quedáte donde estás o te quemo, gato !..., le grita con desesperación.
 Pero algo no se corresponde con lo que debería ser: la actitud de la víctima..., del solitario intento de robo a mano armada realizado al más precario voleo.
 Si bien se trata de un individuo entrado en años, por lo que le pareció a Brian presa fácil, no responde a sus órdenes y prosigue su avance hacia él, como si menoscabara su idea de que la posesión del arma le confiere poder.
 -¿ Y ?...¡ Tirá conchudo sifilítico !...¡ Tirale a uno que comió empanadas en Sierra Chica con los Doce Apóstoles !...
 Brian, a sus próximos 16 años, no tiene muy claro lo que es un sifilítico -apenas concluyó una primaria más que elemental y su déficit en comprensión de textos es enorme - pero conoce la historia de la antropofagia en Sierra Chica, dado que en su familia malamente ensamblada proliferan las historias de presidio.
 Como en un relampagueo mental, visualiza el cuadro dantesco de los fogones de Sierra Chica, durante la toma del penal por los reclusos, en 1996.
 ¿ Este tipo de pelo blanco, que renguea de una pata y sigue avanzando, estuvo allí ?..., elucubra con la velocidad del pensamiento y la mínima morosidad de la vacilación: ni accionar el arma ni salir corriendo. Comprende que perdió: el que dice ser caníbal carcelario, le aferra el brazo del arma con su mano izquierda y lo desplaza con violencia hacia un lado, mientras le propina un rodillazo en los testículos y dirige dos dedos de su diestra hacia sus ojos, cegándolo de inmediato , sin llegar a la perforación por milagro.
 Brian suelta la pistola, que cae al suelo sin accionarse.
 Con los ojos estragados por la agresión y doblándose de dolor, acomete una fuga desordenada por el medio de la ruta, siendo esquivado por los pocos vehículos que la transitan entre bocinazos e insultos de los conductores. En sus oídos, registra los gritos de quién debió ser su víctima y se apropió de la pistola:
 - No te tiro a la médula, porque me da asco dejar inválido a un pendejo tan idiota...
 No servís para esto..., infelíz: fuiste cagado en vez de parido...
 Brian corre a los trompicones, cayendo y levantándose agónicamente. Piensa que ese veterano de Sierra Chica acertó:
 ¿ Para que sirve ?...
 Hace tiempo que ese interrogante lo lacera más que el dolor de huevos que siente por el rodillazo del otro. La respuesta que vislumbra le resulta tan poco nítida, como su visión luego del ataque sufrido por sus ojos.

                                                                 FIN








martes, 19 de septiembre de 2017

TECLADO PREDICTIVO

 Intenta enviar un w.app a su mejor amiga, la de su pueblo natal en Jujuy, para comunicarle, con angustia, lo que ocurrió hace minutos. Por su estado nervioso, equivoca el diagrama en cruz -el signo de su devoción- que habilita la prestación del celular.
 EL PATRÓN ES INCORRECTO, aparece en la pantalla de su smartphone de baja gama.
 Piensa que la advertencia ya es tardía: el patrón yace en un charco de sangre en el depósito trasero del maxikiosco suburbano, al lado del arma homicida, el cuchillo Tramontina con el que lo degolló desde atrás y por sorpresa, cuando lo halló en conversación telefónica con su esposa.
 Intenta nuevamente y envía el mensaje a Gisela, de 18 años al igual que ella, residente en San José de Perico: no voy a abortar creí en su amor



                                                             FIN