domingo, 22 de diciembre de 2013

SIETE BREVEDADES

                                                         ÉXITO

 El secreto del éxito posee tal hermetismo, que hasta resulta desconocido para los propios exitosos.


                                                         NATACIÓN

 Es posible que el primer hombre que aprendió a nadar, en los tiempos alborales de la especie, no haya comunicado tal hallazgo a los suyos, ante la posibilidad de ser considerado un anfibio.



                                                           1º GRADO

 Un homicidio en primer grado, no nos debe hacer pensar en el espanto de los niños asesinos.


                                                             GRACIA

 Dado que un milagro, implica la gracia divina por su excepcionalidad, debido a ello, podríamos inferir que lo habitual para la divinidad es hallarse en un estado totalmente desprovisto de gracia.


                                                              CAVERNAS

 La espeleología, es una práctica afín al montañismo, pero bajo un cielo de piedra.


                                                                CORAJE

 En las guerras...¡Cuantos ascendieron al pedestal del heroísmo, porque la historia omitió revisar sus calzoncillos!...


                                                                 VICIOS Y VIRTUDES

 Se suele decir que el ocio es la madre de todos los vicios, hoy denominados adicciones, pero se olvida la excepción: la adicción al trabajo..., hasta hace poco tiempo, ponderada como virtud.


                                                                  FIN

martes, 17 de diciembre de 2013

¿QUE QUERÉS QUE TE DIGA?...

 Ramiro, pronunció la expresión idiomática de un modo irrelevante, ante el pedido de informes de Nahuel, quién lo abrumaba con un difuso requerimiento sobre aspectos de la actividad que desarrollaban.
 Como tantos lugares comunes verbalizados, se los enunciaba sin tener en cuenta su sentido literal, pero su interlocutor, reparó en la frase en apariencia vacua, convirtiéndola en la que quería escuchar.
 -Quiero que me digas que vos rebajaste la merca de máxima pureza-la VIP-y la vendiste con diferencias a tu favor, jodiendo la reputación del jefe y pasándome a mí, que respondo por vos ante el jefe.
 -¿Como te voy a decir eso, Nahuel?..., si vos sabés que no es cierto.
 -Vos me dijiste que querés que te diga y yo te estoy diciendo lo que quiero que me digas. Te aclaro que "Fierita" va a filmar tu declaración.
 El susodicho, asintió discretamente. Su fama de sicario leal era conocida por Ramiro.
 -Pretendés que me autoincrimine con una mentira para salvarte vos: la cagada fue tuya.
 La voz de Ramiro parecía alterada, poco firme; evidenciaba miedo.
 -Yo lo único que hago es recordarte que debes honrar la palabra emitida. Me preguntaste...¿Que querés que te diga?...y yo te indico lo que quiero escuchar de tu boca.
 -¿Si no lo hago?..., dijo Ramiro, quién sabía que la diestra de Nahuel en un bolsillo de su jean Hugo Boos, legítimo, no comprado en ninguna boliferia, solo significaba muerte o invalidez.
 -Si no lo hacés, vas a tener lo que se merecen los tipos que hablan al pedo: un balazo en las pelotas..., en el sentido más estricto del término.
 Ramiro, consideró que lo que aterraba de Nahuel, era esa precisión en el lenguaje que parecía extremar los alcances del mismo, destacando su personalidad de excéntrico transa asesino. Cierto que ambos se conocían de ambientes socialmente calificados, donde no cabían las frases burdas y las amenazas en jerga de tumberos y/o infradotados, que caracterizaban otros estratos de la venta de droga al menudeo; incluso, eran otros sus clientes, de nivel socioeconómico y cultural que en buena medida, podría caracterizarse como ABC1.
 En relación a estas fugaces estimaciones mentales, decidió solicitar el perdón de Nahuel. Pensó en emplear la palabra misericordia, que le parecía de una resonancia solemne, lo que quizás podría motivar la indulgencia de quién lo intimidaba con fuerte apelación a lo idiomático.
  Le parecía ignominioso un pedido de clemencia por un acto no cometido, pero no se hallaba en situación dominante.
 -Por favor, se misericordioso. Retiro lo dicho.
 Nahuel lo miró con desdén.
 -¿Como vas a hacer para retirar lo dicho?...
 -Disculpándome.
 Respondió Ramiro, con dudas sobre la posibilidad de salir airoso de esa especie de confrontación verbal, que tras su absurdo escondía un probable final trágico: el suyo.
 -Pero...¿No conoces aquello de que lo dicho dicho está?...
 Ramiro, avizoraba que entre los quiebres retóricos se incrementaba la amenaza para su integridad física.
 Decidió recurrir al factor sorpresa. Se incorporó con furia, con la intensión de impedirle a Nahuel
extraer el arma que seguramente llevaba en el bolsillo.
 Pero el otro fue más veloz, desplazándose a un costado y disparando una sola vez.
 El proyectil del 32 largo se alojó en los genitales de Ramiro, sin orificio de salida, prvocándole le emisión de un grito atroz, que dado que se encontraban en un sótano insonorizado, nadie de afuera escucharía.
 Su pantalón comenzó a ensangrentarse, mientras la pérdida de conocimiento lo sumía en un espacio piadoso.
 Nahuel miró a su secuaz y le habló lentamente, remarcando las palabras. Le impartió instrucciones para establecer una nueva versión de los hechos ante el jefe, dado que Ramiro se había convertido en un cadáver y no contaban con la filmación pretendida.
 Antes de que se retiraran del sitio, agregó...
 -Ya ves, "Fierita", Ramiro no se hizo cargo de sus palabras y este es el resultado.
 Somos esclavos de lo que decimos y amos de lo que callamos.
 "Fierita" asintió enérgicamente. Consideró que al secundar a un tipo como Nahuel, homicida y sutil estilista del idioma, su condición de sordomudo lector de labios podía ser una garantía de supervivencia.
 Como si hubiera escrutado sus pensamientos, Nahuel, quién consideraba que los equipos delictivos debían hallarse siempre en alerta, le dijo: no te quedes tranquilo por tu discapacidad, recordá que el pez por la boca muere...y vos boca tenés.
 El desprovisto de habla lo observó con evidente inquietud: no sabía hacia donde se orientaban las palabras del otro.
 -Comenzá a entrenarte para afinar las expresiones guturales que emitís, porque tienden a confundir el esquema comunicacional.
 Agregó Nahuel, mirándolo fijamente a los ojos.
 "Fierita", comprendió que el asesino de Ramiro no quería testigos presenciales del hecho.
 Cuando vio que Nahuel se llevó la mano al bolsillo de su elegante jean, interpretó lo que sobrevendría.
 Esforzándose sobremanera, pudo pronunciar la palabra perdón, aunque no correspondiera su empleo en esa circunstancia.
 De todos modos, la sonoridad distorsionada de la misma no lo convenció.
 Mucho menos a Nahuel, que le habló mientras extraía el arma.
 -¿Así que me decís cagón, hijo de puta?...

                         
                                                                   FIN


 








viernes, 29 de noviembre de 2013

CINCO BREVEDADES, INCLUSO, ABREVIADAS

                                                     FILIAL

 No le veo futuro a la filial de Alcohólicos Anónimos, establecida en las zonas de población mayoritariamente kurda.

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                                                     ÁMBITO

 Curiosamente, los cementerios suelen ser un ámbito de recogimiento, al igual que los albergues transitorios.

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                                                      MILICIA
 El Ejército de Salvación, al ser una estructura militar desarmada...¿Se halla en condiciones de rendición?...


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                                                       ABISMO

 Esa discusión matrimonial, concluyó cuando ambos cónyuges admitieron que los separaba un abismo; por piedad, ambos callaron sus deseos de que el otro de una buena vez se resbalara.


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                                                       BUTÁN

 En el Reino de Bután, existe un ministerio dedicado a elaborar un índice de felicidad nacional.
 Sin duda, no se trata de un país tanguero; si este fuera el caso, deberían establecer uno dedicado a la traición y el infortunio.


                                                               FIN



                                            

                                                      
                                                     

                                                       

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL VUELO NUTRICIO

 Seguía las evoluciones del insecto con un detenimiento obsesivo: la polilla, aleteaba en derredor a un sweater de pura lana.
 Parecía degustar esa ingesta textil como por anticipado, como si en sus vuelos exploratorios, hallara un grato pregusto del objeto de sus devaneos.
 Él, percibía en esa minúscula criatura alada, una instintiva búsqueda de satisfacción, de autogeneración de estímulos, si se quiere, de creación de un contexto degustativo que superaba la mera absorción del alimento. Esa polilla, iba a cebarse en las hebras esquiladas a la oveja, con sus sentidos excitados como para que el acto nutricio resultara una celebración de su corta vida, una apoteosis trascendente.
 ¿Este bicho ya habrá copulado?..., se planteó el hombre observador, lamentando su desconocimiento en cuestiones entomológicas.
 Tampoco sabía si la polilla era macho o hembra; pensó que quizás las diferencias se establecerían en el modo de volar, de todos modos, para él era algo indiscernible.
 A pesar de su ignorancia general al respecto, estimó que podrían existir señales a detectarse olfativamente, a los fines de que los individuos de distinto sexo, se encontraran en la vastedad del aire para consumar la fecundación.
 Consideró que quizás esta polilla buscaba en la lana, una fuente de vigor que le permitiera ejercer el acto reproductivo con mayor solvencia.
 En este caso, aventuró el hombre, seguro que es un machito preocupado por su desempeño.
 Como en un parpadeo mental, sospechó que la polilla se aproximaba a la categoría de bicho gourmet, que enriquecía la actividad biológica de la alimentación con el aditamento del deseo.
 ¿Estoy loco?..., se interrogó en silencio.
 Sabía que la respuesta era afirmativa: estaba loco y recién salía de una sesión de electroshock; una más, de las que se repetían constantemente, como terapia recetada, en los años que llevaba internado en el Borda.
 Sonrió, pensando que esta práctica "terapéutica", hacía lustros que lo preservaba de los resfríos comunes.
 Locura..., dijo a viva voz, en la soledad de ese cuarto de paredes acolchadas..., el camino más alto y más desierto.
 Sintió que estar solo era algo más que hallarse sin compañía..., era como si una estructura invisible lo comprimiera hasta focalizarlo en un punto flotante en el vacío, desde donde podía observar todo despojado de obstáculos.
 ¡Soy Jacobo Fijman, poeta demente!..., gritó, sabiendo que sus palabras solo eran alaridos de hospicio, intraducibles aullidos de orate que suponía tener algo que decir;  llegado el caso, así profería sus poemas abismales, en otros tiempos, ponderados por Leopoldo Marechal y Natalio Botana.
 Recordó cuando su padre, en el lecho de muerte, exhibió la reluciente manzana que sería el único bien que le legaría a su progenie.
 Ese fue el momento en el que Jacobo Fijman lloró. No eran las acuosas lágrimas del pusilánime, eran las del insano, que proclamaba su identidad allende los recursos institucionales aplicados a acallarla.
 Quizás, pensó, lloro porque no poseo una manzana lustrada con aceite, para que la hereden los hijos que no tuve ni tendré...
 También, porque creí conocer a Dios que en su silencio me hablaba...y hoy me olvida abandonado en esta cárcel de carne y palabras, que es mi presencia.
 Otra vez, la polilla revoloteaba junto a la prenda de lana..., aunque el hombre sabía, que lo que lo cubría era un chaleco de mangas anudadas a la espalda y en ese ámbito, además de su persona, solo estaba el aire del loquero.
 Pero él la vio abandonar el sweater agujereado, como percutido tras una depredatoria pulsión de supervivencia..., mientras ahíta de fibra textil, buscaba  una congénere para acoplarse en la libertad del vuelo.
 Jacobo Fijman giró la cabeza. Debía tranquilizarse, hacer un esfuerzo por aplacar las imágenes que visualizaba.
 Recordó que esa exuberancia mental, le generaba una irresistible necesidad de verbalizarla, con el resultado de que los celadores apelarían a manguerearlo con agua helada.
 Se quedó tranquilo, pensando que en un rato lo sacarían de ahí...., para volver a empezar.
 Comenzó a escribir un poema en su cabeza, con consonantes cerebrales y vocales entrelazadas en un ejercicio de redención imposible.


                                                                   FIN

lunes, 4 de noviembre de 2013

BREVEDADES DISPERSAS

                                                           FUTURO

 En términos apocalípticos, es posible que el hombre del futuro carezca de pasado.


                                                           DIVISA

 La divisa de ese cuerpo militar, decía:
 El reposo del guerrero es la muerte.
 Dicho lema, logró que esos soldados nunca se sintieran exhaustos.


                                                            $

 Para casi todos nosotros, las máximas satisfacciones que brinda el dinero, ocurren cuando voluntariamente nos desprendemos de el.


                                                             JUSTICIA

 Los jueces, al fallar, demuestran la falibilidad de la justicia humana.

                   
                                                              VINO

 El vino está vinculado a la experiencia religiosa, desde las edades más penumbrosas de la historia. Quizás debido a ello, el estado del mundo hace presuponer que los propios dioses, consideran la beodez como su estado natural.


                                                                MAGNATE

 Ese magnate, siempre reconoció que en su vida el dinero no lo era todo; también estaba el arte, representado por los Picasso, Dalí, los impresionistas..., que debidamente autenticados integraban su patrimonio.


                                                                 BIBLIOTECA

 Borges imaginaba el paraíso como una vasta biblioteca..., Hitler también, pero con los libros ardiendo.


                                                                  VIOLENCIA


 Violencia doméstica, es también el tacazo que aplicamos sobre una cucaracha, en la intimidad de nuestro hogar.


                                                                   ARTE CULINARIO


 Dada la tendencia humana al virtuosismo culinario, no sería extraño que entre los caníbales existiera una Narda Lepes.


                                                                   MÁXIMA

 Es notable como una máxima moral, cabe en una mínima expresión.


                                                                    FARAÓN

 Quizás Tutankamón, estableció su maldición faraónica pensando más en sus comtemporáneos, que en la eternidad.


                                                                     GÉNERO

 Una noticia reciente, informa que en Alemania será optativo para los padres, indicar el sexo de sus hijos al inscribir el nacimiento.
 Puede que se trate de una medida de neto corte progresista, por lo que parece posible que las futuras generaciones germánicas, resulten totalmente degeneradas.


                                                                        FIN

lunes, 28 de octubre de 2013

LOS CIELOS DE LA REVOLUCIÓN

 La mayor gloria del Mariscal Tatanevsky-Mariscal del Aire, cuando el aire era aún un novedoso campo de batalla-fue su invención del aeroportaaviones.
 En el mayor sigilo militar, en una monumental instalación industrial secreta, los dirigentes de la flamante Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, decidieron plasmar el proyecto del Mariscal Tatanevsky.
 El aeroportaaviones consistía en un enorme dirigible de estructura rígida, provisto de una cubierta metálica en su parte superior, desde donde podrían decolar y aproar una docena de biplanos artillados de pequeño porte, en los que se destacaba su liviandad.
 Estas aeronaves llevaban dos tripulantes, piloto y ametralladorista de popa, quienes realizaban actividad ofensiva y defensiva contra el enemigo, sin pistas en tierra y con la ventaja de operar inicialmente desde altura.
 En lo que atenía a las maniobras de salida y arribo, se realizarían rodando un corto trecho, facilitadas por un sistema hidráulico de catapulta y enganche. Habida cuenta de que los escasos portaaviones existentes, consistían en enormes estructuras flotantes que requerían un cuantioso número de hombres para su operatividad, el aeroportaaviones, con su reducida dotación y menores costos operativos, destacaba sus beneficios.
 A su vez, los altos mandos militares de la naciente U.R.S.S., consideraron otras ventajas a favor de la creación del Mariscal Tatanevsky. Estas se referían al ahorro de combustible de la fuerza de ataque, lo que permitiría misiones más extensas en recorrido, así como otras de variada índole y magnitud.
 En lo que hacía a su protección, el aeroportaaviones contaba con ametralladoras a proa, popa, babor y estribor; a su vez, dos de los aviones portados, se destinaban, llegado el caso, a la defensa de la nave madre.
 Resultaba indudable que el Mariscal Tatanevsky, proyectó en su creación toda la experiencia acumulada durante la reciente Gran Guerra, así como aplicó adaptaciones tecnológicas de vanguardia.
 El militar de alto rango, consideraba que el aeroportaaviones sería un elemento disuasorio de primer nivel, para su empleo contra los enemigos de la nación obrera y campesina que alboraba.
 Incluso, podría utilizarse para el bombardeo de posiciones de los blancos, de recrudecer la guerra civil.
 El Mariscal, se hallaba convencido de que el futuro de la guerra se dirimiría en el aire, por lo que su concepción de una base aérea para aeroplanos, resultaba doblemente revolucionaria.
 Los aeroplanos se mantendrían siempre en el aire, así como las orcas, para ser cazadoras efectivas nunca debían abandonar el mar.
 Es que la segunda etapa de su prodigio bélico en aras del triunfo del proletariado universal, consistía en abastecer y mantener el aeroportaaviones mediante dirigibles auxiliares, que atenderían sus necesidades sin que esa aerobase voladora, requiriera aterrizar para todo lo atinente a su operatividad.
 Tatanevsky soñaba en grande, como correspondía a los grandes creadores que asistían al surgimiento de una época.
 En los planos concernientes al proyecto, la bandera roja inaugural con la hoz y el martillo, se hallaba estampada orgullosa en el timón de la gigantesca aeronave, como expresándole al mundo: somos capaces de hacer esto sin capitalistas esclavisándonos...
 A su vez, el enorme artefacto implicaba el mensaje simbólico de la conquista de los cielos bajo la conducción del gran Vladimir Illich Lenin, lo que parecía decirle a los enemigos manifiestos y soterrados: los controlamos desde arriba porque estamos sobre Vds., escoria burguesa chupasangre.


 Tatanevsky, degradado, siente que desfallece por los efectos del clima de Siberia.
 Tiene entendido que la muerte por congelamiento es piadosa; como un adormecimiento.
 Este pensamiento le genera alguna tranquilidad, mientras carcomido por los piojos y la pelagra, roe una cáscara de papa desesperado de hambre.
 Acusado por la Cheka de pérfido traidor, que quiso hacerle destinar al país recursos ingentes en la creación de un adefesio mastodóntico, que seguramente no podría ni elevarse por su peso descomunal, fue confinado en la helada región penitenciaria a los fines de purgar su sabotaje contrarrevolucionario.
 Rememora con pena el pseudo juicio sumarísimo y la pérdida del mariscalato. Infiere que la revolución perdió su rumbo antes de hallarlo, cuando cifra su defensa en la mezquindad de los servicios secretos y no en la grandeza de visión de los militares profesionales, consubstanciados con la causa, que idean estructuras superadoras de las limitaciones humanas para que la revolución sea resguardada desde los cielos.
 Se halla cansado, como imposibilitado de levantarse. Supone que cuando la guardia ordene volver a los trabajos forzados luego del "almuerzo", un tiro en la cabeza será el costo de su extenuación.
 Percibe que se cae a pedazos y que lo mismo pasará con la revolución, que no perdurará más de setenta u ochenta años, algo poco importante en términos históricos aunque puede significar la vida de un individuo.
 Los andrajosos prisioneros que lo rodean, sumidos en sus propias privaciones y ensoñaciones, se incorporan presurosos al escuchar los silbatos de los guardias, más no así quién fue el  primer mariscal del aire de la U.R.S.S.
 -¡Levántate, perro sarnoso!..., le espeta uno de los guardianes, en un ruso con acento del Asia Central.
 Tatanevsky no le responde, mientras siente que lo invade una rara beatitud, al haberse quedado con el torso desnudo mientras el viento gélido lo azota y los demás penados se dirigen hacia el horno de ladrillos.
 El guardia le destroza el cráneo a culatazos, profiriendo...
 -¡Por tu culpa, maldito contrarevolucionario, en Moscu se están quedando sin ladrillos!...
 Tatanevsky intenta sonreír, pero los 25º bajo cero convierten su sonrisa en una mueca congelada. Su cadáver, queda extendido boca arriba con los ojos desorbitados, mirando el cielo siberiano al que el atardecer, le aplica tonalidades rojizas, como sanguinolentas.


                                                                    FIN



martes, 1 de octubre de 2013

MÁS BREVEDADES

                                                            Caballero

 Siempre se consideró un caballero, a pesar de que nunca fue poseedor de un caballo, detalle que le parecía meramente anecdótico.

                                                              FIN

                                                              Profanación

 En un mismo día, fueron profanadas una sinagoga, una iglesia y una mezquita, en ese orden, precedencia que parecía remitir a la aparición histórica de tales edificios, dedicados al culto de una divinidad común.
 El culpable de aquellos actos no pudo ser identificado, pero se hallaron evidencias de que se trataba de un profanador único.

                                                                FIN

                                                                Guerra

 Durante las guerras, los soldados tienden a violar las convenciones y beber la ginebra con avidez.

                                                                  Teologal

 Sectores religiosos, suelen mencionar la existencia de un plan divino; los desfavorecidos y sufrientes lo consideran un plan espantoso.

                                                                     FIN

                                                                    140

 El mayor valor hallable en lo que estoy escribiendo, es que a pesar de tener menos de 140 caracteres, no es un tweet.

                                                                      FIN

                                                                      Terminología militar

 Los teatros de operaciones, se prestigian por la cantidad de actores abatidos.

                                                                        FIN

                                                                        Postnuclear

 En ese entorno apocalíptico, yermo y contorneado por una soledad infranqueable, aquel ciudadano de barba descuidada, sucio y andrajoso sin importarle, bebe la última Coca-Cola a sabiendas de que la radiactividad, pronto hará su efecto en él como lo hizo en los demás.
 El sabor de la gaseosa es asquerosamente tibio, pero el hombre sonríe con la satisfacción de pasar a la historia ya no registrable, como el consumidor final.

                                                                          FIN

                                                                          Moneda espuria

 Ese falsificador de moneda, sentenciado, vivenció la desdicha hallándose en prisión.
 Amargamente, comprendió que el dinero brinda una apariencia de felicidad.
 Cumplida su condena, solo se dedicó a falsificar entradas para espectáculos de nivel internacional, partidos de fútbol icónicos y otras expresiones de satisfacción colectiva.

                                                                             FIN

                                                                         

                                                                           

martes, 24 de septiembre de 2013

BREVEDADES 1(6)

                                                                Mántica

 -Te leo el destino..., le dijo la gitana.
 Él, campesino analfabeto, se sorprendió ante los alcances insospechados que deparaba el saber leer.

                                                                 FIN

                                                                 Policía Científica

 El jefe, le preguntó a ese integrante de Policía Científica, si algo le llamó la atención en el escenario del crimen.
 Su subordinado, le respondió que la ausencia de público, pero no le resultó demasiado extraño, debido a lo transitado que resultaba el tema del homicidio cuyo autor se dio a la fuga.

                                                                  FIN

                                                                  Correspondencia postal

 La quema de buzones, para evitar que una carta que se ha enviado llegara a destino, no resultaba sorprendente en el Buenos Aires de 1922. Pero sí el homicidio de un cartero, asesinado para robarle la alforja con correspondencia e impedir que entregara una misiva, que alguien pretendía recuperar.
 Posiblemente, el autor del hecho, llegó al buzón cuando ya había sido vaciado de su contenido y decidió adoptar una determinación de consecuencias trágicas. El empleado del servicio postal, devino en víctima inocente de un caso en el que la velocidad del arrepentimiento ajeno, tuvo una resolución letal que afectó a su persona.
 De todos modos, la prensa de la época recordó un arcaico paradigma: matar al mensajero que dispensa malas noticias..., aunque en el suceso que se refiere, ni siquiera llegó a darlas; por otra parte, para quién debía recibirlas, quizás eran buenas.

                                                                     FIN

                                                                     Granada

 Dicen que si un soldado belga arroja una granada, el enemigo debe quitarle la espoleta y devolvérsela..., pero...¿Que pasa si quién la lanza es un soldado del ejército de la República de Níger?...
 No pasa nada. Probablemente la pólvora este vencida y solo hay que proteger la cabeza de un piedrazo no pétreo.

                                                                        FIN

                                                                        Etruria

 Se presume que los etruscos, vivían pendientes de la muerte y displicentemente comprometidos con la vida, a tal punto, que cuando un niño nacía ya se componía el epitafio que se aplicaría sobre su tumba; el mismo, debería signar su existencia en aras de cumplir con lo que en esa inscripción final se hallaba enunciado.
 Pero la práctica debió abandonarse. Es que el exceso de grandeza sugerido en los epitafios de natalicio, hacía que los individuos se fueran decepcionando en el transcurso de su existir, incluso, hasta hacer descender peligrosamente los índices de natalidad.

                                                                           FIN

                                                                            Tabaco

 En el África subsahariana, existe un país donde las campañas antitabaquistas colisionan contra una dura realidad: el cigarrillo está netamente vinculado a la identidad nacional. Abolir su existencia implica atentar contra la integridad de la patria.
 Me refiero a la República de Burkina Faso.

                                                                              FIN

                                                                              Contienda

 El resultado de esa contienda primigenia, llevada a cabo por alborales homo sapiens armados con palos y piedras, pudo verificarse en Hiroshima y Nagasaki.

                                                                                FIN


                                                                       



                                                                     




                                                                                                                     


sábado, 21 de septiembre de 2013

LLEGARON...

 Ingresó al ascensor descendente, con el automatismo que conllevan los actos en apariencia irrelevantes.
 Saludó con cortesía al único ocupante, mientras las puertas se cerraban. No obtuvo respuesta.
 Al mirarlo con mayor atención, su entendimiento pareció trastornarse.
 Percibió lo inconcebible con total certidumbre: su acompañante era un alienigena.
 La terraza..., fue el pensamiento que logró centrar, en esa sucesión de ráfagas flamígeras que cruzaban su mente como tendiendo a la combustión.
 Entró por la terraza..., pero tal idea comenzó a desdibujarse para Natalio Felipe Dieguez, a medida que se sucedían los pisos en orden decreciente y su conciencia parecía ser succionada por una aspiradora invisible, resultado del ataque telepático al que lo sometía su vecino en el transporte vertical.

 Natalio Felipe Dieguez, fue hallado por el portero del edificio pocos minutos después de haber abandonado su departamento, rumbo a la oficina donde trabajaba desde hacía años.
 Se hallaba completamente desnudo, la mirada perdida y carente de habla, como en estado de shock.
 No se halló ningún rastro de su ropa.

 Las pericias psiquiátricas y neurológicas, que le realizaron a los fines de develar lo ocurrido, concordaron en que el individuo parecía haber perdido todo rastro de si mismo. Como si por protagonizar o ser testigo de un acontecimiento tremendo, se hubiera vaciado de su condición humana para convertirse en un mero cuerpo desvitalizado, sin respuesta a los estímulos y carente de capacidad para controlar las funciones inherentes a su organismo.
 Perdida toda noción previamente adquirida, Natalio Felipe Dieguez tampoco sabía caminar, aunque a nivel somático se hallara sano. Ante este cuadro y habiendo presunción de delito, su esposa realizó la denuncia correspondiente.

 El portero testimonió que poco antes de su descubrimiento, vio salir del edificio a un sujeto vestido de traje y corbata que sujetaba un portafolios con su mano derecha, el cual no respondió a su saludo.
 Le pareció llamativamente ridícula su forma de vestir: el pantalón le quedaba corto, el saco parecía grande para su contextura y la corbata estaba anudada a mitad del pecho.
 De todos modos, no recordaba señas particulares del individuo, tampoco su fisonomía.
 Supuso en ese momento, que la persona había ingresado durante el turno anterior de portería que estaba a cargo de un suplente.
 Agregó que cuando el que tildó de "mamarracho" salió del edificio, él se dirigió hacia el ascensor, porque recordó haber dejado la puerta de acceso a la terraza sin llave.
 Al encontrarse con Dieguez, tal como consta en su declaración, el mismo tenía el índice de su diestra levantado, como señalando arriba.
 Aparentemente, esta fue la última expresión inteligible de Natalio Felipe Dieguez, antes de convertirse en esa vacuidad desconcertante.


                                                                FIN

                                                 







  

lunes, 16 de septiembre de 2013

LA EXIGENCIA NOCTURNA

 -¿Quiere un café?..., ya se lo sirvo...
 El tono con el que se dirigía a ese individuo, en un ámbito que le parecía en alguna medida conocido, también poseía algo de reconocible en relación al sujeto.
 Aunque la actitud del mismo, parecía extremar los alcances usuales del trato: el tipo se mostraba arrogante, su gestualidad podría considerarse imperativa, afín a la exigencia.
 No llegó a dispensarle la infusión solicitada, porque despertó de ese sueño tan vívido.
 Dado que él no se caracterizaba por recordar los sueños, le pareció curioso que este pudiera evocarlo con tal nitidez.
 De todos modos, su rutina de los días hábiles al levantarse, borró el recuerdo del sueño al finalizar la afeitada y vestirse con premura para partir rumbo a su trabajo.
 Tenía una jornada laboral intensa, pródiga en atención al público, dado que esa era su función en la mesa de entradas ministerial.
 Pasadas un par de horas, se sentía hastiado ante la repetición de situaciones vinculadas a expedientes inertes, intrincados derroteros burocráticos, malestar de peticionarios ansiosos que elevaban la voz al ofuscarse.
 Si bien era empleado público desde hacía muchos años, discontinuó dicha actividad laboral para dedicarse al comercio por cuenta propia durante un tiempo. Los resultados insatisfactorios como autónomo, lo motivaron a reincorporarse, pero ya diferida su posibilidad de acceder a una jefatura.
 Próximo a las cinco décadas, viudo reciente de una mujer mayor que él, sin hijos, Felipe Beltrán llevaba, a sabiendas, una vida magra en intensidad emotiva. Se consideraba una persona retraída, que disfrutaba menguadamente la alternancia con los demás, mientras que por otra parte era consciente que la soledad lo abrumaba.
 En ese sentido, la fallecida Carmen significó para él una compensación a sus limitaciones en el comportamiento social: ambos se sostenían y complementaban mutuamente.
 Pero ella ya no estaba..., pensó mientras sellaba un formulario, dejándolo propenso a la apatía y al miedo a encontrarse solo.

 El sueño se reiteraba durante varias noches consecutivas, tornándose más amenazante.
 Parecía que si no le servía un café a ese tipo, las consecuencias podrían ser muy desfavorables para su persona, lo que lastraba su día con angustia a medida que se acercaba la noche.
 Tampoco efectuó una consulta psiquiátrica, a pesar de su interés en realizarla, debido a una advertencia verbal del individuo soñado: ni psiquiatra ni confesor, caso contrario, sueño y despertar confluirían en un trastorno de características nefastas.
 Algo que le parecía particularmente inquietante, es que no llegaba a servirle el café a quién podría interpretarse que se lo ordenaba: el sueño siempre se interrumpía en el preciso momento en el que decidía preparar la infusión que le pedía. Parecía como si lo onírico, necesitara una prosecución en la vigilia a fin de completar su sentido.
 En relación a esta percepción, como detectando similitudes en el tono de voz del individuo presente en sus sueños, con el Sr. Juarez, su superior inmediato, Beltrán decidió tratar de insertar su noche en su día, a los fines de atenuar su vigente desasosiego.
 Batiéndolo con esmero, le preparó un café a su jefe que respondía plenamente a la predilección del mismo, tal como se la conocía en la oficina.
 Esa tarde, le sirvió cuatro cafés al Sr. Juarez, quién se los solicitaba solo con mirarlo, ante la burla de sus compañeros de trabajo que lo tildaban de cadete y de olfa; también de "che, pibe".
 El jefe no le agradecía el servicio; solo lo miraba luego del último sorbo, para que retirara de inmediato la taza y el edulcorante del escritorio.
 Finalizó su día acostándose temprano. Durmió profundamente, sin recordar ningún sueño al despertarse.
 Al llegar a su trabajo, lo primero que hizo fue dirigirse a preparar el café para el Sr. Juarez, dado que interpretó el requerimiento en su mirada.
 Si bien para los demás empleados su actitud resultaba indigna, incluso contraria a la reglamentación establecida, Beltrán sabía que se trataba de un acto de servicio que le permitiría dormir tranquilo, sin sueños perturbadores.
 Más su rutina se quebró al día siguiente, cuando el jefe lo llamó a su despacho.
 Frente al Sr. Juarez, mirando hacia abajo como en épocas anteriores al derecho laboral, Felipe Beltrán escuchó la asombrosa pregunta.
 -¿Vd. que hace los sábados y domingos?...
 -Nada..., contestó, sin plantear objeciones a esa intromisión en su vida privada.
 El Sr. Juarez le habló con tono impersonal: Bueno, me lo imaginaba. Lo espero este fin de semana en mi casa, necesito pintar el frente y los interiores.
 -Yo no se pintar.
 Respondió Beltrán, sin levantar la vista.
 -Ya va a aprender. Por la pintura no se preocupe, la voy a comprar yo porque si lo mando a Vd. capaz que hace alguna cagada.
 Luego de esta frase, el jefe dio por finalizada la comparecencia de Beltrán, quién asintió en silencio y se retiró cerrando la puerta del despacho.
 Mientras se alejaba, Beltrán advirtió que sentía el influjo de una vidriosa satisfacción: la de cumplir con las exigencias de quién se había manifestado, detentando el poder de controlar su vida; de otorgarle significación a través del servicio personal, como ha ocurrido con el proceder de tantos dioses en el transcurrir de la historia, en su relación con los insignificantes individuos humanos.

                                                                     FIN










  
  

TANTA LLUVIA

 Inicialmente, fue la alegría de detectar que al fin, los procedimientos chamánicos para producir lluvia dieron resultado.
 Quién la propició, se sentía satisfecho al observar el alborozo de su pueblo, las danzas de agradecimiento ejecutadas por hombres y mujeres empapados con regocijo, ante la plenitud dispensada por el agua vital caída del cielo.También, el sacro respeto a su persona: el reconocimiento de su poder.


 Cuando la lluvia se convirtió en indetenible, cuando la aldea se anegó y torrentes de agua se llevaron ganado, provisiones, enseres y gente, con la fuerza de una inundación extrema que cubría con líquido todo lo que tuviera perfil, el chamán supo que algo había fallado.


 Frente a los cuatro hombres armados con cuchillos de obsidiana, que lo responsabilizaban por lo ocurrido, conjeturó en silencio previendo su próximo fin.
 Interpretó que el centro del problema teologal, no era que el dios escuchara las rogativas del intermediario entre él y los demás humanos, sino que pudiera dosificar sus fuerzas cuando por principio, el dios era toda desmesura. De todos modos, el chamán fue acuchillado hasta la muerte, por provocar un daño aún mayor que la sequía previa.

                                                                        FIN 

jueves, 5 de septiembre de 2013

NUESTRA SEÑORA DE LA HORCA

 Secreta manifestación..., la protectora de los ahorcados solo era conocida por aquellos que en el corto plazo, penderían de la soga, rota la tráquea...
 Consuelo de forajidos y de quienes hicieron acopio de vilezas, también lo era de los defraudados por la justicia humana: los inocentes condenados por error, las víctimas de la falibilidad de los tribunales.
 Debido a las circunstancias límites que impulsaban su adoración, no estaba oficialmente consagrada: la índole de la misma, enraizada en la penuria extrema y la mazmorra maloliente, era ajena a los que no le incumbía esa pena capital y celosamente resguardada de los extraños.
 Es que el carácter de las plegarias y el texto de sus oraciones, era musitado por los devotos cuya pena se hallaba diferida, a los presos que tenían fecha de ejecución y estaban anhelantes de un beneficio divino. Como siempre había ambas clases de prisioneros, en los calabozos de la España posterior al rey José Napoleón I, conocido como Pepe Botella, el culto se preservaba y transmitía oralmente.
 Entre la humedad y los vahos inmundos de las celdas, en algún momento apto para la discreción, la referencia a la madre celestial, en advocación dedicada al amparo de los que colgarían de un cadalso con horca, significaba para muchos una sacra contemplación específica para sus casos; les otorgaba cierta singularidad, que superaría la de sus cuerpos con una soga al cuello meciéndose por el viento, sin sepultura en el camposanto.
 Juan Becerra Rivero "Latiguillo", andaluz oriundo de Antequera, recibió la buena nueva de la gracia secreta de boca de "Tocino", cuya pena había sido prorrogada en dos ocasiones por merced de Fernando VII, reinstalado en el trono.
 "Tocino", salteador y bandolero al igual que "Latiguillo", lo inició en el culto velado entre frenéticas rascadas de piojos y ladillas, hambre de potajes sustanciosos y afiebrados ensueños de cautiverio.
 -Te pondrán un confesor que promete, contrición mediante, un perdón y una beatitud que desconoce...
 Dile que sí, que sí y que sí..., pero tú encomiendate a la que cobija a quienes penderán del travesaño por pena impuesta, mientras su semen póstumo hará crecer la mandrágora.
 Ella es la que corresponde a tu laya.
 "Latiguillo", bandido de Sierra Morena a las ordenes del generoso Hinojosa Cobacho, asintió gravemente.  Lo hizo como trascendiendo su analfabetismo de malhechor irredento, para incursionar en el ámbito de lo sacro esotérico, lo que definiría su eternidad, concepto entendible hasta por el más lelo de los mortales.
 Sabía que la fecha de su ejecución mediante la horca, se había fijado el 25 de abril de 1832, al amanecer.

 Poco tiempo antes del momento designado, le comunicaron que desde el día anterior, regía una pragmática del soberano Fernando VII por la que se abolía la horca como instrumento de ajusticiamiento, para ser reemplazada por el garrote vil, tornillo letal que se consideraba más piadoso para el condenado.
 "Latiguillo" sintió que la orfandad lo embargaba. Suplicó que le aplicaran la horca dado que no le importaba el mayor sufrimiento, pero nadie le prestó atención a lo que parecía el dislate de un desesperado.
 El bandolero capturado por los soldados migueletes, que dio prueba de bravura hiriendo en esa acción a dos de sus captores, lloraba como un cobarde intentando localizar a su camarada "Tocino", búsqueda que resultó infructuosa.
 Llevado a rastras por los militares, escuchando el batir de los tambores a caja destemplada, los parches flojos como se estilaba para esas ocasiones, el miembro de la banda del generoso "Tempranillo" Hinojosa Cobacho, fue ubicado en el siniestro sitial donde el ejecutado moría sentado. El verdugo, lo observaba con indiferencia, habida cuenta de que le daba lo mismo apretar el tornillo o patear el escabel de la horca.
 El fraile presente en el procedimiento, le suplicaba y lo conminaba a arrepentirse, más "Latiguillo", luego del llanto, había quedado como mudo protagonista del drama.
 Cuando la torción ejercida por el verdugo sobre la manivela, comenzó a partirle el cuello, pensó que su maldito destino le hurtó la protección de Nuestra Señora de la Horca, advocación específica para un modo de ser ejecutado que no era el que le aplicaban. Sus últimos pensamientos, fugaces pero nítidos, le hicieron considerar que la eternidad lo absorbía carente de la protección específica para los de su condición.
 Esta certidumbre atroz, superó el dolor inconmensurable que le provocaba la presión del tornillo bajo su nuca, accionado el garrote vil por un verdugo aún inexperto en su empleo, lo que adosaba a su oficio de ejecutor, el menester de dispensar tormento...


                                                                     FIN








 

martes, 27 de agosto de 2013

PADRE DE MARÍA EMILIA...

 En los altares hogareños de los antiguos romanos, los dioses lares auspiciaban la paz en el ámbito doméstico, repelían las beligerancias que deformaban la entidad familiar, propiciaban el entendimiento interno y alejaban los peligros que acechaban afuera.
 Los Toscani, familia porteña contemporánea,cuyas raíces genealógicas se hallaban en la ancestral Etruria, conocían la existencia del culto romano a las dii familiaris.
 Pero para ellos, la potestad del Padre de María Emilia superaba tal sacra significación, dado que se trataba de una deidad viva, sanguínea, quizás con alguna similitud con el caso del Dalai Lama. A su vez, el Padre de María Emilia era un dios operativo, patrono de los cambios de cuerito en las canillas, de la simetría entre las ménsulas y los estantes, de toda reparación y mantenimiento extra-consorcial.
 Por supuesto, el Padre de Maria Emilia cobraba por sus servicios, pero...
 ¿Existió en el panteón global algún dios, protohistórico o histórico, que no exigiese algo a cambio de su intervención?...
 Difícil; lo mínimo: sumisión absoluta o reiterada adoración. En cuanto al dios llamado único,  parafraseando a Lugones, se cobra con su amor absorbente de tirano, celoso de su voluntad dominadora.
 Dicho de otro modo, el Padre de María Emilia cobraba modicamente, no como tantos dioses que requieren sangre para apaciguarse o propiciar a sus creyentes.
 Los Toscani, lo identificaron como dios, luego que consiguió estabilizar la sobrecarga eléctrica que soportaba la instalación de su departamento, producto de la abundancia de electrodomésticos que funcionaban al unísono. No fue la única señal revelatoria: el wc por fin dejó de perder, volvieron las rueditas a la heladera, el living se pintó en una tarde sin requerir otra mano.
 Habida cuenta de que los dioses se caracterizan por su silencio, por la ausencia de manifestaciones que demuestren su existencia, el Padre de María Emilia, por el contrario, les ofrecía el auxilio inmediato de un service eficiente; de un arreglador universal inobjetable en sus resultados.
 Parecía que la familia Toscani deificó a un changarín de reparaciones eventuales, pero esta apreciación resultaba errónea: el Padre de María Emilia esparció señales que lo identificaban como una divinidad al servicio de sus devotos, cuando la historia de las religiones indicaría que siempre fue a la inversa.
 El misterio-todo culto en alguna medida es mistérico-era si el Padre de María Emilia conocía su condición divina.
 Luego de ciertas disquisiciones, los Toscani arribaron a una conclusión negativa al respecto. Ninguno de ellos le comentó nada al susodicho, no vaya a ser que se lo creyera y les cobrara más por sus trabajos.
 Los Toscani, también se plantearon difundir su creencia, hacer proselitismo, pero rápidamente decidieron que esta práctica no era conveniente, porque podría incrementar los clientes del dios en desmedro de la atención a los fieles originales. Interpretaron que se trataba de una religión de sangre, como el judaísmo o el zoroastrismo, por lo que decidieron que el culto solo podría expandirse a yernos y nueras.
 Como decía Don Miguel de Unamuno, el creyente que no duda tiene la fe muerta, por lo que toda confesión que se precie debe generar tal sentimiento en quién la sigue: los Toscani no fueron la excepción.
 El Sr. Toscani, pater familias, alguna vez tildó al Padre de María Emilia como "dios de entrecasa", porque su usual intemperancia se activó al llamarlo por teléfono y recibir reiterado tono de ocupado. Pero esta blasfemia fue fugaz: el Padre de María Emilia habló por el portero eléctrico para preguntar si necesitaban algo, dado que pasaba por ahí...
 Ante tal suceso, el Sr. Toscani se hincó antes de que el Padre de María Emilia bajara del ascensor, para pedir el perdón divino de quién ignoraba que detentaba dicha condición. Mientras reparaba la licuadora, el Padre de María Emilia comentó que últimamente el teléfono estaba ocupado, porque María Emilia tenía novio.
 La familia Toscani, pasó por alto el dato de que María Emilia tenía existencia real.
 Consideraron que si un dios tenía descendencia, esto solo podría significar complicaciones y divergencias interpretativas, incluso, cismas y guerras religiosas.
 Decidieron que para ellos ese dios siempre debía estar solo, desvinculado de todo contexto parental, manteniendo su potestad epifánica que superaba los atributos que le eran afines. Así como Júpiter era más que el rayo que lo caracterizaba, el Padre de María Emilia superaba la materia de los tornillos Parker y la perforadora, para abarcar todo lo creado y lo no creado.
 La familia Toscani vivió tiempos venturosos, resguardada por ese protector sagrado que colgaba cuadros, solucionaba desperfectos eléctricos, enduía, pintaba, reparaba persianas y hacía de gasista no matriculado, hasta que María Emilia apareció  in situ, para entregarle la cortadora de mosaicos que se había olvidado.
 Quizás la muchacha percibió extrasensorialmente, que para esa familia ella solo era un aditamento hecho para honrar a su padre cósmico, sin identidad propia.
 Cierto oscuro furor pareció hacerse carne en la mujercita, al detectar que los Toscani la consideraban solo una herramienta de la divinidad, como desprovista de entidad humana.
 Cuando elevó la voz para denunciar este trato destemplado, el Sr. Toscani la hizo callar, endilgándole algo parecido a un sermón.
 -Calla, en nombre de los inodoros desajustados, de los estantes dispersos por el piso, de las canillas que gotean y horadan la paciencia; de las estufas con manguera de goma que hay que reemplazar por las de bronce, de los tomacorriente que faltan, de los burletes y las pastinas. Siempre vas a ser la hija del Padre de María Emilia, la de la identidad parasitaria, la de la monstruosa tergiversación de nominar a tu ascendiente.
 Ese fue el momento trágico, inevitable en toda historia en la que se mezclan los dioses y los seres humanos.
 -Monstruoso..., dijo María Emilia llorando, es que él no es mi padre.
 Mi padre biológico, fue un electricista que hizo trabajos en casa y sedujo a mi madre, cuando quién creyó ser mi padre, no sabía ni manipular un enchufe. La presencia de este técnico, a quién mi madre recurría con excesiva frecuencia, lo motivó a capacitarse, someramente, en reparaciones hogareñas.
 Un silencio ominoso envolvió a los presentes. El padre de María Emilia, lívido, intentaba bajar de la escalera, mientras una lluvia de tornillos Philips repiqueteaban sobre el piso de porcelanato.
 El Sr. Toscani, comprendió que a veces los hombres, pueden precipitar la caída de los dioses con su verba imprudente: el padre de María Emilia se precipitó junto con la escalera plegable, golpeando malamente su cabeza contra el embaldosado.
 Todos los presentes se sintieron huérfanos..., mientras la conexión del lavaropas pareció estallar súbitamente, esparciendo un agua de coloración rojiza y consistencia viscosa, que se dirigía, indetenible, hacia el living y las otras dependencias, como para cubrirlo todo.

                                                              FIN





   

lunes, 19 de agosto de 2013

CORONEL SIN MANDO

 El uniforme de gala que viste, resulta refulgente, en su combinación de colores contrastados con el dorado de los entorchados y galones, con los vivos azules de los breeches y el brillo de las botas de montar.
 Decididamente, un paradigma de elegancia militar imperial.
 Las medallas prendidas in pectore, revelan duras campañas, denodadas victorias, glorias castrenses que como siempre, están constituidas por profusión de cadáveres, numerados eufemísticamente como bajas enemigas y como bajas de la propia fuerza, estas últimas, adquiriendo per se la categoría de heroicas.
 El hombre, de aspecto marcial con un adosado dejo de fiereza, como corresponde a un coronel del ejercito del Zar de todas las Rusias, Nicolás Romanov, piensa en el meticuloso lustre de sus botas.
 En su caso, no se trata de la tarea casi servil de un asistente. La realiza él mismo, como cuando era cadete en la escuela de infantería.
 Mucho antes de combatir en la guerra contra Japón de 1905, así como en la reciente Gran Guerra, en la cual accedió al coronelato.
 Su actuación en las contiendas, su valor y capacidad de mando, ofrecen el testimonio de la constelación de medallas que ornan su chaqueta con el metal del mérito.
 Una carrera militar inobjetable, pródiga en distinciones y reconocimientos, hasta el año anterior, el de la revolución bolchevique.
 Reconoce ante si mismo, que no quiso luchar junto a los blancos en la posterior guerra civil, que interpreta como causa históricamente perdida.
 Estima que los tiempos actuales, amparan la insurgencia social y a futuro la institucionalizaran.
 Piensa que habrá nuevos monarcas absolutos, que impostarán nuevas caracterizaciones para legitimar su poder. Quizás, estas se harán a través del sufragio universal o de la manipulación del mismo; también, vistiendo el ropaje escénico de las ideologías.
 La formula Dei Gratia caerá en desuso. Es difícil seguir respetándola, luego de la matanza industrializada de la pasada guerra y la gripe aún vigente que la sucedió.
 La mirada fija en el vacío, el coronel que defendió Port Arthur esforzadamente, hasta ser evacuado como herido en combate, para años después hacer gala de coraje durante la toma de Lemberg, considera que su uniforme quedó vaciado de contenido. El asesinato de Nicolás II por orden de Lenín y Sverdlov, le quitó al mismo, orientación y significado épico.
 Entiende que él pudo salvar su vida y la de su familia, por haber podido abandonar San Petersburgo poco antes de la toma del poder por parte de los rojos. Avizoró el futuro inmediato, como ahora lo hace con el distante.
 Instalado en París, se siente recompensado en el trabajo que desempeña como extranjero, para poder comer él y los suyos.
 Puso su uniforme y su persona al servicio de un calificado cabaret, donde ejerce el menester de abrir las puertas del establecimiento, a los distinguidos clientes que buscan solaz en la noche parisina.
 Distiende sus labios en una sonrisa: un individuo vestido de etiqueta, que quizás traficó durante la gran guerra y no combatió, acompañado por dos mujeres que él conoce por haberlas visto con otros caballeros, le dispensa una esplendida propina.
 Ante tamaña gratificación, efectúa los pasos del cambio de guardia y el saludo militar como ante un superior.
 El noctámbulo, observa complacido la escena, sintiéndose integrante del generalato de un ejercito funambulesco al mando de un coronel de opereta, mientras las cocottes, sonríen compasivamente.
 Él interpreta de otro modo la situación.
 Parte de la premisa de que la historia es drama, pero también de que quienes la padecieron, alguna vez deberán transformarla en comedia si quieren sobrevivir emotivamente.
 Claramente identificado con este concepto, no le resulta tan extemporáneo que su insigne uniforme devenga en atuendo de portería.
 Se encasqueta la gorra con ademán profesional. Piensa que la gloria puede ser asimilada al grotesco, cuando sobre el mundo han caído, caen y caerán, millones de muertos en aras de la defensa de lo que se puede sedimentar, solo con millones de muertos.
 Recuerda al Zar y su familia convertidos en despojos..., también, que él y los suyos siguen vivos. Este pensamiento le provoca una oscura satisfacción, mientras abre las puertas ante un nuevo cliente, para de inmediato, colocarse en posición de firme esperando la propina, que es el pan del coronel sin mando.


                                                                                FIN


martes, 6 de agosto de 2013

ESAS HECES

 No parecían naturales ni emanadas de sus intestinos.
 La forma, el color, tampoco semejaban responder a una patología, de la que de ser así, él no registraba síntomas ni antecedentes. No creía que se tratara de la súbita aparición de una afección gastrointestinal, sino de otra cosa: la expulsión de algo ajeno, exógeno a su organismo, irreconocible como excremento.
 ¿Que es esto?..., pensó, decididamente aterrado, ante lo que se hallaba depositado en el fondo del inodoro.
 ¿Que cagué?..., preguntó en voz alta a pesar de saber que no tendría respuesta, no por que se hallara solo en el baño sino porque desconocía que era eso, fluorescente, referencial a cierto horror entomológico.
 Durante la defecación no advirtió ningún indicio de anormalidad; cierto que no prestó atención al trámite, que usualmente cumplía una vez al día. Como un relojito..., le dijo al médico en la única ocasión en la que se realizó un chequeo, en sus sanos cuarenta y tres años.
 Pero al disponerse a apretar el botón, apareció ante sus ojos esa monstruosidad.
 Sin saber como proceder, pleno en su desconcierto, vio como esa sustancia de morfología indefinible parecía cobrar vida, iniciar un movimiento ascendente.
 Abandonó el baño profiriendo alaridos, tropezando con el pantalón caído a sus pies.
 Se hallaba solo en su casa y atinó a aferrar el celular para llamar al 911, el número de emergencias, sin tener en claro que diría.
 ¿Que cagué un alien?...¿Que mierda cagué?..., consideró con el teléfono en sus manos.
 Lo interrumpió un sonido sordo proveniente del baño, como de masa gelatinosa contra el piso.
 No llegó a interpretar mentalmente lo que podría significar, porque percibió una sensación desconocida en el ano, como de algo que quería abrirse paso y sabía lo que quería. Próximo al desmayo, recordó con espanto que no se había lavado el culo.

                                                                     FIN 

lunes, 5 de agosto de 2013

LOS DULCES SUEÑOS

 La masajista diligente, enfundada en un vestido entallado de seda roja decorada con imágenes de dragones, algunos amarillos y otros dorados, le sostenía la larga pipa que ya no podía llevar a su boca por sus propios medios, al hallarse adormecido por el exceso de opio. El masaje previamente recibido, lo predispuso para el posterior bienestar.
 El guanmao, gorro oficial de terciopelo negro coronado por una borla azul, revelaba la categoría de funcionario de cuarto grado que detentaba el fumador, reclinado sobre una litera, acompañado por otros hombres de su misma condición en la corte pekinesa de la Emperatriz Cixi.
 Lin Xiao esbozaba una sonrisa, entre las volutas de humo que festoneaban el distinguido fumadero: los dulces sueños lo embargaban.
 Conocía los peligros del opio. Sabía que esa sustancia, podría llegar a generar el reemplazo de la vida carnal, en la que aún la más pródiga en placeres conlleva la sombra de la inevitable putrefacción, por otra similar, pero grácil como el humo que siempre asciende y se disipa sin pudrirse.
 Una vida desprovista de amenazas y acechanzas, cuya similitud con la otra prescinde de sus miserias.
 También de la lealtad al imperio, a la familia y antepasados, a los valores instituidos por Confucio que reglaban los actos de los funcionarios como él.


 El sopor del mandarín, configuraba un cuadro relevante de imágenes voluptuosas que lo incluían, en un contexto de magnificencia y esplendor, para alternativamente, sentirse inmerso en estados de beatitud difíciles de referir. Como si luego de disfrutar de la sensualidad más intensa, se tendiera de espaldas en las aguas calmas de la eternidad, para recomenzar nuevamente el maravilloso ciclo, hasta despertar y necesitar más opio.
 Ese momento, que él consideraba del reencuentro con la materia que nos condiciona y nos somete a la esclavitud de la realidad, era el más temido por Lin Xiao.
 Cuando tomaba conciencia de que había estado narcotizado y deseaba fervientemente repetir la experiencia. Como en esa ocasión.
 El funcionario de cuarto grado, al emerger de las ensoñaciones del opio, desarrollaba una pugna interior entre su imperioso deseo de otra dosis y la cita ineludible a la que debía concurrir.
 Tratando de readaptarse al mundo concreto al que había emergido, reflexionó en el carácter del encuentro secreto que debía celebrar.
 La definió para si mismo, como una misión de fidelidad al mantenimiento del orden en China, para salvar a China, que a su vez implicaba traicionar a quienes se hallaban a favor de la alteración del orden en China, para salvar a China.
 O sea: los Puños Rectos y Armoniosos, llamados bóxers por los ingleses, a los que ahora apoyaban en su rebelión la propia Emperatriz Viuda y el Ejercito Imperial.
 Cierto que él no era de origen manchú, como buena parte de la corte de la dinastía Qing. A su vez, hablaba inglés con corrección y entendía que ser aliados de Occidente, era lo que convenía para evitar el estrago del Celeste Imperio.
 Interpretó que como correspondía a las acciones que implicaban peligro, la información estratégica que le entregaría al ministro británico en China, Maxwell Mac Donald, tendría como contracarta un generoso estipendio, como para incrementar su peculio en los tiempos inciertos que se avecinaban.
 El patriotismo y el dinero podían confluir en beneficios generales..., estimaba.
 Por otra parte, su actitud contribuía a conservar el equilibrio entre los factores disimiles, tal como indicaba Confucio en sus enseñanzas.
 Íntimamente regocijado, decidió volver a fumar y diferir por unas horas el encuentro con el inglés.


 Los individuos armados, ingresaron sorpresivamente al distinguido fumadero de opio.
 Al percatarse de quienes eran, masajistas, guardias de seguridad y administradores del establecimiento huyeron entre gritos de terror. Los irruptores, estaban en condiciones de impedir esa fuga desordenada, pero carecían de interés en hacerlo.
 El objetivo de los yihetuan, denominados bóxers por sus prácticas marciales, era específicamente Lin Xiao, considerado traidor a la causa china y confidente de los británicos.
 Rápidamente localizado a pesar de la penumbra reinante en el lugar, tres hombres con uniforme oscuro lo rodearon. Uno de ellos, desenvainó la espada larga que llevaba terciada a la espalda, preparándose para decapitarlo luego del interrogatorio al que sería sometido por otro de los rebeldes.
 Si bien los golpes sobre el rostro de Lin Xiao, eran despiadados reveses que lo ennegrecían con hematomas y tumefacciones, el funcionario no respondía las preguntas en los términos debidos.
 Cuando su interrogador, pródigo en violencia, le requería información sobre los agentes extranjeros con quienes trataba, Lin Xiao le contestaba que "los señores de las dunas de los dragones requerían vendavales y tempestades para afirmar su presencia".
 La pregunta vinculada a si los extranjeros estaban acopiando armas y como las conseguían, era respondida como que"la calidad de la espada de acero, se logra templando la hoja con la torridez de los vientos del desierto, sostenida por una dama desnuda bajo una armadura de nácar".
 Harto de escuchar tales dislates, que parecían superar el dolor que debían generarle los golpes propinados, el que interrogaba, comandante del grupo guerrero, comprendió que el considerado traidor no se hallaba en el mundo común.
 Su inclusión en los dulces sueños era total y quizás irreversible.
 Con desagrado, indicó que le cercenaran la cabeza.
 El encargado de dicha tarea, la realizó con bastante desprolijidad, entre reiterados mandobles y borbotones de sangre que salpicaban las paredes.
 Cuando el jefe de los rebeldes, la alzó del suelo sujetándola por la coleta de mandarín, observó que la boca del decapitado se hallaba distendida en una expresión francamente satisfactoria.
 Con furia, la arrojó lejos de su persona. Era consciente que esa cabeza, ya estaba desprendida del torso antes de que fuera tajeado el cuello.
 Obviamente, sin una mueca de horror, no servía para ser expuesta como escarmiento y advertencia.
 Luego de que incendiaran el fumadero, les impartió a sus hombres la orden de retirarse.
 Pensaba que el opio que generó guerras perdidas a China, la pérdida de Hong Kong y Macao y tratados desiguales con Occidente, quizás no sería tan letal, si los traidores no recurrieran a su consumo para sobrellevar sus faltas.

                                                                       FIN

       


















viernes, 2 de agosto de 2013

INNOVAR, GRATIFICA...

 Relativamente simple..., pensó, mientras se alejaba del bar caminando tranquilamente.
 La mujer de mediana edad, había quedado amordazada con un pañuelo e impedida de moverse por los precintos plásticos colocados en muñecas y tobillos. En esas condiciones, la dejó en el baño de damas de la confitería céntrica.
 Emboscarse en el toilette femenino..., esa era la clave, se dijo a si mismo al entrar a otro bar, donde repetiría la operación.
 La premisa, era no darles tiempo a gritar, estableció mentalmente.
 Cuando ellas se dedicaban a observarse en el espejo-estando solas-él salía de uno de los boxes y acallaba el incipiente grito tapándoles la boca con violencia, para de inmediato amordazarlas bajo amenaza verbal; luego las inmovilizaba con los precintos y consumaba el despojo.
 Era consciente de que el riesgo superaba el botín, pero también de que no todas las satisfacciones podían medirse por la escala monetaria.
 Innovar, gratifica..., pensó, asumiéndose como el creador de una modalidad delictiva desarmada, que aunque solo le brindara teléfonos celulares y algo de efectivo-las tarjetas las desechaba-le proporcionaba un solaz que se amplificaba en la delectación clandestina y la evocación solitaria, dado que el era eso, un solitario al acecho.
 Todo consistía en tomarse un café en un bar concurrido, pagar y dirigirse al baño, para acceder no al de hombres sino al de mujeres.
 Ya en ese sitio, se emboscaba en un compartimiento y esperaba que la presa se hallara sola; lo demás, era celeridad y firmeza en el proceder, favorecido por el factor sorpresa y el consiguiente terror que generaba.
 Luego de consumado el robo, salía tranquilamente del establecimiento y se confundía con la multitud ajetreada de la calle.
 Podría emplear el mismo sistema en el baño de hombres, pero interpretaba que las mujeres le brindaban como víctimas un mayor grado de indefensión, por lo cual las elegía como objetivo.
 Como para no alertar por la frecuencia, ni dejarse llevar por el éxito operativo, moderaba la cantidad de intervenciones, así como las dispersaba en un amplio radio geográfico en CABA y GBA.
 Incluso, dado los gratos resultados que le deparaba la actividad, pensaba viajar al interior y a países limítrofes, llevando solo precintos, pañuelos y guantes de examinación, por todo equipamiento profesional.
 En contadas ocasiones, debió pegarles a las que denominaba sus "presas", dado que en general acataban sus indicaciones y se dejaban reducir sin ejercer resistencia.
 Ya dominadas, las encerraba en alguno de los cubículos sanitarios y se retiraba con el producto del latrocinio.
 Reflexionando sobre las características de su tarea, pensó que pocas veces se activaban sus apetencias sexuales durante el desempeño de la misma. Lo atribuyó a la premura con la que debía actuar y a que no quería agregar agravantes al delito en el que incurría.
 Consideraba que era el único que robaba de este modo.
 Se sentía alguien que desafió los cánones, perforó el paradigma, creó un procedimiento delictivo novedoso, si se quiere, pintoresco, basado no en el armamento exhibido sino en el susto generado.


 Al detectar que una mujer quedó sola en el baño, abandonó su cubil y se abalanzó sobre sus espaldas, como el leopardo sobre la gacela.
 Pero la gacela resultó ser un travesti musculoso, del tipo camionero, de manifiesta rudeza.
 El individuo no se amilanó ante el ataque sorpresivo, sino que lo repelió duramente, aplicándole a su agresor una trompada a la zona hepática que lo hizo doblarse por el sufrimiento.
 Como si eso no bastara, un directo al rostro, probablemente, le fracturó el tabique nasal.
 Inmerso en una efusión de sangre, sintiendo que la ira del otro era inagotable e incapacitado para ejercer defensa dado los golpes recibidos, el ladrón al acecho estimó que innovar, gratifica pero también condena, en la medida en que la reiteración de éxitos homogeiniza las variantes e impide discernir lo diferente.
 En su caso, ya derribado, con dientes rotos y probables daños internos, intuía con horror que ese travesti horriblemente macho, se estaba vengando en él de todos los hombres que lo jodieron desde los doce años.
 Comenzó a gritar pidiendo auxilio, lo que les impedía hacer a sus víctimas, pero parecía que el sujeto vestido de mujer disfrutaba con sus aullidos desesperados, acrecentando su posición dominante y decidido a matarlo a golpes.
 Cuando comenzó a aplicarle patadas en la cara y quizás desfigurarsela, el innovador delictivo emitió sus últimas palabras...
 -¡Policía!...¡Policía!..., hasta que un tacazo en la boca lo hizo callar.

                                                                     FIN




  

martes, 30 de julio de 2013

EPISODIO DE INSEGURIDAD

 -¡Dale la llave!...¡Dale la llave!...
 Los gritos de su mujer, se amplificaban desesperados en el silencio nocturno.
 -¡Dale la llave que me mata!...¡Dale la llave que me mata!...
 El tono de voz era jadeante, dado que uno de los tipos le rodeaba el cuello con su brazo izquierdo, mientras  presionaba una pistola sobre su sien derecha.
  Su cómplice, se hallaba a bordo del WV Suran 0 km. que pretendían robar, esperando la llave para ponerlo en marcha.
 Todo podría haber sido más simple para los delincuentes, si él hubiera descendido del rodado dejando la llave puesta. No lo hizo, por lo que la entradera se complicó para esos individuos jóvenes, con las capuchas de sus buzos levantadas y gorras bien caladas para disimular sus fisonomías.
 Como era de práctica para el matrimonio, Mirta había bajado antes para abrir el portón manual de la cochera y el esperaba que esto ocurriera para ingresar el vehículo.
 En ese momento aparecieron los sujetos, como salidos de la nada, disimulados tras los árboles de la calle suburbana.
 -¡Por favor, Luis, dale la llave!...¡Me matan!...
 Mirta ya no le ordenaba que le diera la llave, con el tono imperativo que era usual en ella para dirigirse a su cónyuge, le suplicaba. Quizás percibía en la actitud del marido algo indefiniblemente atroz.
 Puede que detecte el peso muerto, que significó para mi vida desde hace treinta años..., pensó Luis, guardándose la llave en el bolsillo y poniéndose a resguardo dentro del garaje de la vivienda conyugal.
 -Toma hijo de mil putas, ahí tenes a tu querida esposa..., dijo el que amenazaba a la mujer luego de disparar, para darse a la fuga de inmediato junto con su secuaz, ya abortado el robo del auto. A los pocos metros, ascendieron a un Ford Fiesta que oficiaba de vehículo de apoyo, con un tercer partícipe del hecho al volante.
 Como reacción al estampido, algunas luces comenzaron a encenderse en las viviendas de la cuadra. Luis observó a Mirta derrumbada sobre la vereda: no dudo de que se hallaba ante sus restos.
 Le impresionó el furor que manifestaban sus ojos, desorbitados por la sorpresa y el odio. Los cerró, piadosamente.
 Consideró que debía componer un semblante adecuado a las circunstancias, dado que ya se acercaban los primeros vecinos.
 No le iba a resultar fácil: debía desfigurar la satisfacción que lo embargaba, ante la proximidad de cobrar un cuantioso seguro de vida del que era único beneficiario.
 ¡Cuantas veces fantaseé con hacer lo que llevaron a cabo estos giles!..., pensó.
 Cuando apareció Don Pepe, el jubilado de enfrente, se restregó los ojos con fuerza para hacer aflorar lágrimas, mientras pensaba en el viaje que realizaría dentro de unos meses con Martina, su amante de 37 años. Volarían por Emirates a Dubai, desde allí a Hong Kong y otros destinos de primer nivel.
 Nuevamente miró a Mirta, el cadáver de Mirta, encogiéndose imperceptiblemente de hombros: hacía décadas que para él estaba muerta en sus sentimientos. Por fin sería sepultada.
 De todos modos, se abrazó como desconsolado al cadáver. En tono desgarrador, le dijo: gracias...
 Don Pepe pensó que era en memoria de los años felices compartidos juntos.

                                                             FIN


jueves, 25 de julio de 2013

EL ÉMBOLO DEL EMBOLE

 Ejercía su presión sobre esa sustancia que él visualizaba como lábil, de reptante fluidez, haciendo que aflore por un orificio indefinido. El embole, ya disperso, irrigaba su entusiasmo con un flujo paralizante.
 La esperanza, como empapada por la viscosidad del embole, adoptaba una rigidez estructural, incluso su deseo, quedaba como pringoso, pegoteado, sin capacidad operativa.
 Su ánimo parecía encharcarse, lo mismo toda acometida gozosa o verificación gratificante.
 Como si una corrosión afectara su alegría y la dejara exangüe, en estado crítico.
 Natalio se sentía como sumergido en el agobio; inmerso en un sentimiento de tristeza concatenado con hastío.
 El embole me cubre..., pensaba metafóricamente, desde su autoinvestidura de poeta, con 18 años recién cumplidos.
 Miraba su fernet con cola preparado fuerte, sobre la mesa de ese bar suburbano en el que ingresó respondiendo a un llamado remoto, a una corriente de energía que le indicaba que allí, escribiría El émbolo del embole, poema dramático sobre el spleen.
 O sea, su obra embolante, porque Natalio participaba de esa melancolía  que sería trasladada a la letra, embolando a sus lectores. Era su modo de expresar el desencanto medular que al filo de la depresión, puede nutrir cierta creatividad despojada de plenitud, como en el caso de Baudelaire, iluminando un estado contravital casi búdico.
 En ese nirvana del aburrimiento, el personaje de su poema, también de nombre Natalio, accedía a un estado próximo a lo que podría ser, hallarse a la diestra del Señor.
 ¿Si la eternidad es aburrida?...¿Que hacemos?..., se pregunta Natalio, personaje, al inicio del primer canto.
 No puede seguir escribiendo, embargado por el embole que quisiera transmitir en las estrofas de su opus prima, que también puede llegar a ser su opus magna.
 Vacía lo que resta de bebida en el vaso, quizás como Baudelaire lo hacía con el ajenjo, con el hada verde del Pernod.
 Entendía que podría ser un vate del Siglo XIX, no de la era del tweet y el whatsapp, cuando la poesía tenía un valor per se y no era un arte aplicada a otras artes, sino leída y declamada autonomamente, como si el lector o el oyente accedieran a una frecuencia de la realidad que la existencia prosaica ocultaba.
 Esa anacrónica soledad, que él decía que lo acompañaba, generaba el trazo de la tinta sobre el papel como si el soporte gráfico fuera también el suyo, el que le impedía caer.
 Caer en el embole..., se decía a si mismo, soltando el bolígrafo con el que apenas llegó a plasmar quince caracteres de El émbolo del embole, cuyo texto, aún mental, parecía dejarlo como la hembra de la mantis religiosa deja al macho durante la fecundación: decapitado, como copulando en automático.
 Creativamente mutilado..., musitaba, ante la visión interior de esa monumental composición dividida en cantos, que su embole impedía ser trasladada a la escritura.
 Se mesaba la incipiente barba con desconcierto, hasta adoptar la decisión de retirarse.
 Mientras esperaba la cuenta, destrozó con delectación la flor artificial, colocada sobre la mesa dentro de un florerito de plástico.
 Seguramente no se enteraron..., fue su pensamiento mientras se alejaba del lugar, mareado por el alcohol ingerido.
 En el  bar, el viejo mozo le dijo al patrón tan veterano como él:
 -Aunque se tomó tres fernet con cola había que haberle cobrado la flor que rompió.
 El otro, acodado en la barra, le respondió:
 -Dejalo. El embole los deja pelotudos a estos pendejos.
 A este se ve que le hace falta una mina.
 -Sino se va a morir a pajas..., agregó el mozo, oriundo de La Coruña.

                                                                  FIN

 


  

lunes, 22 de julio de 2013

PEATÓN EN EL CENTRO II (LA PARTE SACRA DEL CENTRO)

 Sin ninguna manifestación previa, como debido a una profunda intuición, sintió que hollaba una zona sacra que debía preservarse del contacto no consagrado. Un espacio por donde no se podía circular y que él caminó inadvertidamente, hasta el momento de la percepción.
 Miró a su alrededor: lo de siempre, la multitud que transitaba esa calle céntrica como en cualquier día hábil, en horario laboral.
 Era evidente que no se percataban -como él hasta poco tiempo antes- de que transgredían un mandato vigente desde hacía milenios...,pero olvidado desde hacía unos siglos.
 Comenzó a desesperarse, consciente de que la zona debía ser desalojada de inmediato, pero...¿Como hacerlo?...
 Era imposible que le pudiera transmitir a los demás, una impresión que parecía percibir solo él.
 Estimó que quizás él significaba una antena móvil, con aptitud para captar señales que por motivos desconocidos, comenzaban a emitirse en ese momento.
 Debía ser así, dado que pasó miles de veces por esas veredas sin registrar esa especie de borboteo mental anómalo, que le aportaba información no buscada.
 Supuso que la recibía de modo telepático, dado que sentía que en su mente se insertaba como un letrero, la frase: AGASSAGANUP.
 También su traducción del olvidado idioma de los pueblos het proto-querandíes: LA LUNA LOS HARÁ ARREPENTIR, como una amenaza de nocturno contorno, dirigida a inmolar a los profanadores de la parte sacra del Centro.
 La que fue reconocida como tal en tiempos de ajenidad histórica, antes de que los querandíes descendientes de esos primeros hombres, recorrieran dispersos el Centro porteño durante sus desplazamientos nómadas de cazadores-recolectores.
 Es que muy abajo..., mucho más que los túneles del subterráneo B, más que los conductos de infraestructura urbana, más profundo que todo lo perforado..., hay otro centro.
 Otro centro..., se dijo a si mismo en voz alta, mientras los peatones que lo circundaban, seguramente pensaban que hablaba por celular mediante un dispositivo manos libres.
 De allí emana el combate entre Soychu y Wualichu, el bien y el mal deificados..., prosiguió hablando solo, que implicó el origen de los querandíes y determinó su destino. Que les hizo descubrir el empleo de la bola perdida y las boleadoras, para también generar el estallido de las piedras sobre sus frentes, partiéndolas.
 Veloces cazadores a la carrera..., extinguieron sus furores entre el fuego de los arcabuces de la conquista y la viruela que vino con ella, pero bajo Florida y Corrientes, yace una fuente de poder reverenciada desde que los ancestros de estos humanos, se constituyeron como tales.
 Desde entonces, el sitio fue vedado para todo tránsito, para no exponerse al desborde de una energía innominada.
 -¡Que ahora resurge!..., gritó desaforado, mientras un hombre caía sobre la acera a escasos metros de donde él se hallaba.
 Comprendió que su salvación provino de haber traspuesto los alcances de la parte sacra.
 Le tocó al otro peatón.
 Consideró que esa potencia indescifrable de las profundidades, fulminaba a quienes percibían su existencia sin adoptar el recaudo necesario.
 El riesgo era para quienes oficiaban de chamanes o poseían la condición sin la investidura, pensó, quizás en base a períodos de extensísimas intermitencias.
 Como un volcán que entra en erupción después de pasar dos mil años inactivo..., agregó a sus pensamientos. Al acercarse a la intersección de Corrientes y San Martín, escuchó la sirena de una ambulancia del SAME que se dirigía a asistir al que creían un infartado en la vía pública.
 Estimó que probablemente había sido un individuo sano, sin ningún antecedente de patologías cardíacas y que a su vez, desconocía lo mismo que él hasta un rato antes, la condición que lo identificaba de modo súbito.

                                                              FIN