Vio como una brusca sombra, se acoplaba a la suya y la derrumbaba desde atrás, tras el ataque artero de un puñal contra su carne. El dolor lacerante le provocó un rápido desvanecimiento, que en la fracción de segundo anterior, estimó que podría resultar fatal.
En la misma secuencia fugaz de pensamiento, recordó sus estadías penitenciarias y su condición de traidor. También, llegó a interpretar que hay venganzas que acumulan lustros hasta su consumación, vía contratación de un sicario.
Pero antes del óbito, percibió cierta tenue esperanza de que todo fuera un asunto de sombras, como en la alegoría de la caverna de Platón, que leyó siendo muy joven en la biblioteca del penal de Sierra Chica y al que pudo sobrevivir, justamente, convirtiéndose en una sombra delatora al servicio de la autoridad.
FIN
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