miércoles, 30 de mayo de 2012

LEVI

 Levi levita de levita y le evita a su esposa el estupor, de verlo en tal estado de gracia; pero no el horror, de hallarlo incrustado en el techo por el exceso de gracia que lo hacía ascender..., hasta que ocurrió esa desmesurada  desgracia:
 Nadie puede controlar la intensidad del soplo divino.

                                                                      FIN

martes, 29 de mayo de 2012

¿SOS LOCO O TE HACÉS?...

 -¿Con quién hablás?...
 -Con vos.
 -Si yo no estaba en la habitación; fui a la terraza y vos lo sabías...
 -Vos creíste ir a la terraza, pero te quedaste en el dormitorio.
 -¿Es un chiste?...
 ¿Sos loco o te hacés?...
 Yo te dije que iba a la terraza para colgar la ropa.
 -Vos me lo dijiste, pero te quedaste en esta habitación.
 Si no fuera que su marido era un tipo serio al extremo y enemigo de las chanzas, con nulo sentido del humor, ella consideraría la conversación como risueña. Pero algo la preocupaba.
 Impelida por un súbito impulso, subió a la terraza y observó las sogas de tender vacías.
 Bajó corriendo por la escalera y vio la ropa enjuagada, depositada en dos baldes plásticos en el lavadero, como evidencia de que nunca la llevó a la terraza.
 Abrumada por un desconcierto bruscamente agravado, se sentó ante la mesa de la cocina, percibiendo crecientes palpitaciones y sensación de angustia.
 A lo ocurrido con la ropa, se sumaba el hecho de que el hombre con el que conversó en el dormitorio-su marido-hacía más de dos meses que fue enterrado en el cementerio de la Chacarita. Recordó ese accidente fatal..., pero de inmediato, su atención se focalizó en el otro extremo de la casa.
 Desde el dormitorio, la llamaba con el mismo grado de exigencia con el que lo hizo siempre.
 Con el semblante demudado, ahogó un grito: sabía que no debía responder, pero escuchó los pasos de él acercándose, arrastrando los pies como era usual...
 La mujer se sintió cerca del desmayo, superada por lo inconcebible al comprender que no sirvió para nada, toda la pulcritud que aplicó en su momento para que la muerte de él, pareciera un accidente...

                                                                       FIN

martes, 22 de mayo de 2012

ECHE OTRO LITRO E'VINO...

 El patrón del almacén-despacho de bebidas, lo encaró con severidad. Le dijo...
 -Andate. No te vendo más vino.
 Con movimientos torpes, el interpelado intentó generar una actitud de protesta, pero el patrón, tipo robusto, lo aferró de las solapas y lo dejó en la calle solitaria.
 -Es tarde, me tengo que ir a dormir. Si te ofendes y no venís más, me importa un carajo.
 Vio como cerraba la puerta del local y le ponía llave.
 El frío de la noche invernal pareció despabilarlo.
 Maldito seas y maldito pueblo..., pensó, sin dejar de palpar el treinta y ocho largo con el que debía consumar su venganza.
 No contra el gallego del almacén de ramos generales que le había negado la bebida..., contra ella, la puerca, la que lo engañó con el viajante de comercio que representaba a Celusal y al jabón Cañadenzo.
 Hoy pelea Firpo en Norteamérica..., fue un pensamiento que se infiltró entre los concernientes al motivo de su odio, pero a su pesar, fue desplazado por la imagen de la cópula entre la traidora y el pisaverde de la capital, dolorosamente repetitiva, como una percusión pulsada por la infamia.
 Se dirigió, con paso poco firme, a lo que ya no era su hogar, sino el nido de su vergüenza.
 Quizás camino dos horas por un sendero vecinal de áspero contorno, bajo la luz de la luna llena.
 Ante la modesta vivienda, prendió un cigarrillo Gaucho Lencinas de tabaco negro, con el encendedor de bencina que se ganó apostando por el manchado contra el alazán de Cirilo.
 Con el pucho colgando de sus labios, franqueó la puerta mediante una patada, que hizo volar el oxidado cerrojo.
 La vio a ella.
 Le daba de comer al hijo de ambos, manifestando una honda ternura.
 Acusó el impacto de la escena, pero pensó que la puta debía morir por su lascivia y su traición. No había atenuantes.
 Extrajo el arma de la cintura, ingresó el proyectil en el tambor de la misma y apuntó a quién significaba su oprobio.
 La hembra no se inmutó.
 Se separó del niño y lo miró fijo, como diciéndole...
 No sos un hombre.
 Él lo sabía; era consciente de que entre un sorete y un hombre existía una distancia inasible, que él nunca recorrió.
 Colocó el cañón del revólver sobre su sien derecha y accionó la cola del disparador.
 Los sesos salpicaron la pared sin revocar, entre un borbotón de sangre.
 La mujer tranquilizó a la criatura, mientras pensaba: el final de un sorete; nunca fuiste un hombre...ni siquiera ahora.
 Habló en voz alta dirigiéndose al difunto.
 -Mira el enchastre que dejaste, roñoso e' mierda...

                                                                       FIN






                                                                         FIN




sábado, 19 de mayo de 2012

HISTORIA UNIVERSAL DEL EMPLEO DEL PARAGUAS COMO ARTILUGIO

 Cuando la necesidad de dinero le resultó perentoria...
 Lo estaban por echar de la pensión donde residía, por adeudar dos semanas de alquiler de la pieza, además de ya no tener para comer, entonces decidió vender-sobre una manta en la vía pública-lo único que le quedaba, cien ejemplares del libro que escribió y autopublicó, luego de una vida dedicada a investigar el tema tratado en el mismo.
 Historia universal del empleo del paraguas como artilugio, era el título de la obra.
 Dado que a ninguna editorial le interesó el texto, invirtió su escueto capital en una edición de autor.
 La venta fue de  media docena de ejemplares, comprados posiblemente por lástima.
 Le quedaban cien, de los doscientos de la tirada; los restantes los tuvo que liquidar por kilo para comprar pan, mortadela y algunos tetras de vino barato; esto último, una savia nutricia en su vida.
 La mafia de los manteros y meseros le impidió instalarse en las aceras céntricas; incluso, le arruinaron la mitad de los libros con una botella de alcohol y un fósforo.
 Como este acto tuvo repercusión mediática, siendo invitado a diferentes programas de tv, sus problemas económicos menguaron perceptiblemente.
 Despertó simpatías, vendió los ejemplares que le quedaban y tuvo ofrecimientos editoriales para ser publicado por sellos importantes.
 Bebía buenos vinos, comía bien y como siempre quiso ser nómade, se había aposentado en un apartotel de categoría.
 Como él se lo había propuesto, su tratado erudito, no era otra cosa que un secreto libro de poesía; incluso, la inmensa mayoría de los datos que se hallaban como referidos a la cuestión temática, eran inventados.
 Por ejemplo, en el capitulo 3, se habla de un tal Nicanor Benedetti, quién en el siglo XIX creo un paraguas con un dispositivo que filtraba los vientos, con el fin de generar una sinfonía eólica...
 Consideraba que nadie debía conocer la real índole del libro, dado que a su entender, el ocultismo se hallaba en el centro de la formulación poética, implicando la metaforización de la propia existencia del poeta, que complementaba su obra escrita,con la aplicación del lenguaje visceralmente orgánico que era la vida del creador.
 Plenamente consciente de estos conceptos, la tarde que se dirigió al canal televisivo para ser entrevistado por Chiche Gelblung, llevaba plegado, aferrado a su diestra, el finísimo paraguas que le obsequió la producción de Susana Giménez. Se trataba de una pieza inglesa de inusual calidad, que en el extremo inferior poseía una aguzada punta metálica.
 Ya sea porque tal característica le pareció óptimamente defensiva, porque quiso involucrar a su desconocido agresor en la estructura de su vida/secreta suma poética, el hecho es que intentó resistirse al ladrón desarmado que trató de robarle el celular mediante la técnica conocida como arrebato, con la púa enhiesta de su paraguas.
 Nunca fue un peleador callejero; ni siquiera sabía pelear.
 El resultado fue el extremo del artilugio empleado defensivamente, clavado en su propia tráquea, debido a que el caco detuvo el ataque contra su persona mediante un golpe al instrumento que modificó su orientación.
 En su brevísima agonía, visionó a su poeta modélico, Rainer María Rilke, el de la Elegía del Duino, muriendo por haberse incrustado la espina de una rosa. Esbozó algo así como una sonrisa entre bocanadas de sangre.
 Su asesino, el que invirtió la trayectoria de incrustación de la púa, nunca fue hallado. Esta circunstancia, completaba la urdiembre vida/secreta suma poética, a la que dedicó su existencia de irredento vate, ese autor de un único libro impreso y una agónica metáfora final de carne atravesada.

                                                                                   FIN

miércoles, 16 de mayo de 2012

RECALCULANDO

 -Escuchar a esta mujer me tiene podrido...
 Lo dijo en voz alta, en la soledad del habitáculo, mientras el GPS le mostraba un baden y después la nada.
 La voz robótica no terminó de pronunciar el repetitivo término:
 Se interrumpió en recalcu...y un silencio, que él en fracción de segundo lo adjetivó como "espeso", se instaló en el interior del vehículo.
 Supuso una falla técnica, pero de inmediato, su vista detectó tras el parabrisas un paisaje desconocido, en el sentido más medular de la expresión.
 Un olor nauseabundo, de inquietante reminiscencia, impregnó su olfato.
 Detuvo el auto y se palpó el rostro, en pos de una súbita intuición:
 Sintió la solidez del hueso desnudo de la mandíbula; en sus manos quedaron jirones de piel y carne con atisbo de gusanos.
 Como en un fulgor, deseó con desesperación que la castiza voz robótica de la hembra, siguiera recalculando, pero ya era tarde.
 Ya las distancias se habían fundido con la eternidad, tiempo y espacio se fusionaron con lo indeterminado. No quedaba nada por recalcular.

                                                                FIN

martes, 15 de mayo de 2012

ESPERA EN CARUPÁ

Ya habían transcurrido más de treinta minutos desde la hora convenida.
 La pizzería exhibía un gran reloj de pared (de esos chinos, baratos) y él no podía dejar de elevar la vista hacia el mismo, con maniática insistencia.
 Salió mal..., pensó, reprimiendo la tentación de recurrir al celular, aún reemplazando el chip.
 Pagó las tres porciones de jamón y morrones y la cerveza de litro, dejándole al mozo el vuelto, lo que configuraba una propina generosa pero no extravagante.
 Salió mal...
 Este pensamiento se había fijado en su mente como con un adhesivo, cuando tiró de la puerta vaivén y accedió al exterior del local, a esa calle de Carupá, cerca de San Fernando, donde fue citado por razones que consideró, "operativas": como vendedor de la información sensible para el secuestro extorsivo que debería estar produciéndose, ese era el sitio designado para  que cobrara su anticipo a cuenta. El resto se lo pagarían ya finiquitadas las negociaciones.
 El calor de la tarde estival le provocó una sensación agobiante, al abandonar el frescor que brindaban los potentes ventiladores de la pizzería.
 Salió mal...
 Decidió superar el pensamiento con la acción y adoptar los recaudos establecidos para estos casos.
 No llegó a colocarse los anteojos para sol Ray Ban auténticos-le agradaban los productos genuinos adquiridos en forma legítima-cuando media docena de proyectiles 9 mm. disparados desde un automovil en marcha, hicieron que se revolcara como un monigote patético, entre los pocos transeúntes que circulaban bajo el sol inclemente de Carupá; algunos se arrojaron prestamente al suelo, otros quedaron como absortos, creyéndose incluidos en algo que vieron en películas.
 Salió mal..., pero solo para mí.
 Alcanzó a pensar, antes de que el dolor lo sumiera en una densa oscuridad, que si se quiere, ya adoptaba un carácter de piadosa.

                                                                          FIN