Levi levita de levita y le evita a su esposa el estupor, de verlo en tal estado de gracia; pero no el horror, de hallarlo incrustado en el techo por el exceso de gracia que lo hacía ascender..., hasta que ocurrió esa desmesurada desgracia:
Nadie puede controlar la intensidad del soplo divino.
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario