martes, 6 de agosto de 2013

ESAS HECES

 No parecían naturales ni emanadas de sus intestinos.
 La forma, el color, tampoco semejaban responder a una patología, de la que de ser así, él no registraba síntomas ni antecedentes. No creía que se tratara de la súbita aparición de una afección gastrointestinal, sino de otra cosa: la expulsión de algo ajeno, exógeno a su organismo, irreconocible como excremento.
 ¿Que es esto?..., pensó, decididamente aterrado, ante lo que se hallaba depositado en el fondo del inodoro.
 ¿Que cagué?..., preguntó en voz alta a pesar de saber que no tendría respuesta, no por que se hallara solo en el baño sino porque desconocía que era eso, fluorescente, referencial a cierto horror entomológico.
 Durante la defecación no advirtió ningún indicio de anormalidad; cierto que no prestó atención al trámite, que usualmente cumplía una vez al día. Como un relojito..., le dijo al médico en la única ocasión en la que se realizó un chequeo, en sus sanos cuarenta y tres años.
 Pero al disponerse a apretar el botón, apareció ante sus ojos esa monstruosidad.
 Sin saber como proceder, pleno en su desconcierto, vio como esa sustancia de morfología indefinible parecía cobrar vida, iniciar un movimiento ascendente.
 Abandonó el baño profiriendo alaridos, tropezando con el pantalón caído a sus pies.
 Se hallaba solo en su casa y atinó a aferrar el celular para llamar al 911, el número de emergencias, sin tener en claro que diría.
 ¿Que cagué un alien?...¿Que mierda cagué?..., consideró con el teléfono en sus manos.
 Lo interrumpió un sonido sordo proveniente del baño, como de masa gelatinosa contra el piso.
 No llegó a interpretar mentalmente lo que podría significar, porque percibió una sensación desconocida en el ano, como de algo que quería abrirse paso y sabía lo que quería. Próximo al desmayo, recordó con espanto que no se había lavado el culo.

                                                                     FIN 

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