lunes, 22 de julio de 2013

PEATÓN EN EL CENTRO II (LA PARTE SACRA DEL CENTRO)

 Sin ninguna manifestación previa, como debido a una profunda intuición, sintió que hollaba una zona sacra que debía preservarse del contacto no consagrado. Un espacio por donde no se podía circular y que él caminó inadvertidamente, hasta el momento de la percepción.
 Miró a su alrededor: lo de siempre, la multitud que transitaba esa calle céntrica como en cualquier día hábil, en horario laboral.
 Era evidente que no se percataban -como él hasta poco tiempo antes- de que transgredían un mandato vigente desde hacía milenios...,pero olvidado desde hacía unos siglos.
 Comenzó a desesperarse, consciente de que la zona debía ser desalojada de inmediato, pero...¿Como hacerlo?...
 Era imposible que le pudiera transmitir a los demás, una impresión que parecía percibir solo él.
 Estimó que quizás él significaba una antena móvil, con aptitud para captar señales que por motivos desconocidos, comenzaban a emitirse en ese momento.
 Debía ser así, dado que pasó miles de veces por esas veredas sin registrar esa especie de borboteo mental anómalo, que le aportaba información no buscada.
 Supuso que la recibía de modo telepático, dado que sentía que en su mente se insertaba como un letrero, la frase: AGASSAGANUP.
 También su traducción del olvidado idioma de los pueblos het proto-querandíes: LA LUNA LOS HARÁ ARREPENTIR, como una amenaza de nocturno contorno, dirigida a inmolar a los profanadores de la parte sacra del Centro.
 La que fue reconocida como tal en tiempos de ajenidad histórica, antes de que los querandíes descendientes de esos primeros hombres, recorrieran dispersos el Centro porteño durante sus desplazamientos nómadas de cazadores-recolectores.
 Es que muy abajo..., mucho más que los túneles del subterráneo B, más que los conductos de infraestructura urbana, más profundo que todo lo perforado..., hay otro centro.
 Otro centro..., se dijo a si mismo en voz alta, mientras los peatones que lo circundaban, seguramente pensaban que hablaba por celular mediante un dispositivo manos libres.
 De allí emana el combate entre Soychu y Wualichu, el bien y el mal deificados..., prosiguió hablando solo, que implicó el origen de los querandíes y determinó su destino. Que les hizo descubrir el empleo de la bola perdida y las boleadoras, para también generar el estallido de las piedras sobre sus frentes, partiéndolas.
 Veloces cazadores a la carrera..., extinguieron sus furores entre el fuego de los arcabuces de la conquista y la viruela que vino con ella, pero bajo Florida y Corrientes, yace una fuente de poder reverenciada desde que los ancestros de estos humanos, se constituyeron como tales.
 Desde entonces, el sitio fue vedado para todo tránsito, para no exponerse al desborde de una energía innominada.
 -¡Que ahora resurge!..., gritó desaforado, mientras un hombre caía sobre la acera a escasos metros de donde él se hallaba.
 Comprendió que su salvación provino de haber traspuesto los alcances de la parte sacra.
 Le tocó al otro peatón.
 Consideró que esa potencia indescifrable de las profundidades, fulminaba a quienes percibían su existencia sin adoptar el recaudo necesario.
 El riesgo era para quienes oficiaban de chamanes o poseían la condición sin la investidura, pensó, quizás en base a períodos de extensísimas intermitencias.
 Como un volcán que entra en erupción después de pasar dos mil años inactivo..., agregó a sus pensamientos. Al acercarse a la intersección de Corrientes y San Martín, escuchó la sirena de una ambulancia del SAME que se dirigía a asistir al que creían un infartado en la vía pública.
 Estimó que probablemente había sido un individuo sano, sin ningún antecedente de patologías cardíacas y que a su vez, desconocía lo mismo que él hasta un rato antes, la condición que lo identificaba de modo súbito.

                                                              FIN



  

No hay comentarios:

Publicar un comentario