lunes, 18 de octubre de 2010

Hola ...Hola...queridos congéneres...

Les propongo leer una nueva pieza...,ya conocen como sigue.
Cabe agregar que en esta manifestación de narrativa breve, quizás el tema puede resultar tan inconmensurable, como la índole judeo-cristiana de la civilización que nos alberga. De todos modos, el autor intenta, como siempre, plasmar una aproximación válida, que posea carácter de impronta...
A leer, carajo...


                        LOS DADOS DEL LEGIONARIO

El legionario Flavio cavila durante su guardia: horrible lugar, habitado por fanáticos acólitos de un dios inconcebible, celoso, que se considera único.
¡Ni a Júpiter se le había ocurrido!...Dicen que su sumo sacerdote no quiso que se entronizara una estatua del Divino Emperador en su templo.
Increíble.
Eso ocurrió mucho tiempo atrás...Hoy debo custodiar el cadáver crucificado de un rey de estos extravagantes, al que no reconocen como tal.
Es este rey coronado de espinas, al que apenas pude rapiñarle un manto.
Rey en tono de burla, como durante las Saturnales.
De todos modos, lo jugué contra metálico del legionario Lucilo.
Cuando finalice mi guardia, disfrutaré en la taberna un vino pasable y visitaré una cortesana de la que me han hablado.
Es poco pero es algo...la indumentaria del Rey de los Judíos servirá para que me procure placer.
El legionario Lucilo llegó para reemplazarlo.
-Usaste dados cargados con mercurio...
Le dijo en tono severo.
Flavio enpalideció.
Se trataba de una grave acusación, fundada, por cierto, con el agregado de que el otro era experto en el empleo del gladium que colgaba de su cinto.
Pero Lucilo se postró ante el crucificado con unción y habló en el latín de los hijos de Roma.
-Perdona Padre a mi ofensor Flavio a través de tu Hijo, que carga con nuestras culpas. No sabe lo que hace.
Súbitamente impresionado, Flavio se hincó y hasta pensó en hacerse cristiano, pero no atinó a desprenderse de los dados tramposos...

                                              FIN

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