martes, 23 de abril de 2013

LA ÍNDOLE DE LA VERDAD

 Tercer cajero sin resultados:
 ¿Como hacerles entender a estos tipos que los bancos ya no me dan un mango?...
 Que figuro como moroso en el Veraz...
 Los pensamientos, parecían agolparse en su mente como forzados por las circunstancias.
 Nuevamente en el auto, el manoplazo al hígado lo hizo aullar de dolor.
 ¿Como lograr que crean que el Honda Civic del '11 no era de él?...
 Que él solo era el chofer de una empresa que lo usaba para el traslado de tripulaciones aéreas, laburo que había comenzado hacía apenas tres días, con el que esperaba tapar los baches que le dejó una actividad por cuenta propia colapsada.
 Parecía que no querían enterarse de la verdad...
 Les quiso mostrar la cédula verde y respondieron a su propuesta con un sopapo.
 Tampoco querían el auto; parecían un hato de infelices bajo dominio del paco: solo querían efectivo.
 -Nos mentís con la clave..., le dijo el más sacado de los tres, encendiendo la radio en una emisora que transmitía un programa musical de éxitos retro.
 -Esto te pasa por mentiroso, gato..., le dijo el que se peinaba como un wachi-turro, mientras le hundía la base del cráneo mediante culatazos certeros, aplicados con metódica eficacia.
 Lo dejaron abandonado en el Honda.
 Descendieron con premura, para subir al Gol que los seguía con un cómplice al volante, desde que interceptaron el automóvil conducido por la víctima y comenzaron a recorrer cajeros automáticos.
 -Lo cagué a culatazos por mentiroso..., le comentó el del peinado con cresta al chofer del Gol.
 -Busquemos otro..., fue la contestación.
 En el impecable Honda Civic abandonado por los delincuentes, sonaba: ... es peligroso decir siempre la verdad..., cantado por Raffaella Carrá.
 En el asiento trasero, el único ocupante del vehículo ya no podía escuchar el tema..., su semblante crispado en un rictus de  impotencia y horror.

                                                                  FIN

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