martes, 26 de marzo de 2013

LA PALABRA Y EL ESPASMO

 El diputado Natalio Carranza Linares depuso su argumentación con vehemencia, con la apasionada convicción que era su impronta como legislador.
 Pero no pareció convencer ni siquiera a sus correligionarios.
 Posteriormente, en la tranquilidad de su domicilio transitorio en Buenos Aires-el hombre representaba a Salta-estudió la versión fidedigna de su intervención, que había sido previamente taquigrafiada por los integrantes del cuerpo oficial del Congreso.
 En soledad, visiblemente alterado por lo que leía, llegó a la conclusión definitoria que pronunció en voz alta.
 -Inicié mi decadencia política. Mi deposición es una cagada.
 Esta sinceridad ante si mismo expresada sin atenuantes, quizás fue somatizada por su organismo de un modo tal, que dio origen al colon irritable que lo afectó impiadosamente.
 En múltiples ocasiones, la patología lo llevó a interrumpir su función legislativa, debido al ataque de intempestivas-en su apreciación, atroces-ganas de deponer, que lograron que la fisiología se imponga a sus discursos, a tal punto, que sentado en el inodoro llegó a considerar la posibilidad de deponer su banca.

                                                                  FIN
   

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