jueves, 14 de marzo de 2013

"VILLA PURULENCIA"

 Decir que era una mala zona de la ciudad de Solwezi, en Zambia, era como decir que el infierno se había instalado entre esas calles enlodadas, flanqueadas por lo más extremo de los desperdicios. Las recorrían  perros famélicos e individuos que competían con ellos por un sustento tan esquivo, que se podría considerar pura carencia.
 ¿De que vivían esos seres como sombras, adultos, niños y ancianos de unos cuarenta años?...
 Difícil saberlo..., dado que hurgar en esa escasez molecular parecía el único recurso disponible.
 De todos modos, la zona registraba un alto crecimiento demográfico-a pesar de la elevada tasa de mortalidad infantil-producto de transfiguradas relaciones familiares y violaciones colectivas entre charcos de detritos humanos e inmundicias diversas. Demás está decir que el sida, estragaba aún en mayor medida la calamitosa situación sanitaria de esa población.
 ¿El estado y la ley?...
 Ausentes sin aviso..., ya que formalmente ese sitio pertenecía a la república.
 Los habitantes se denominaban a si mismos "escupitajos"; a su vez, la zona se conocía extraoficialmente como "Villa Purulencia".
 Los días se repetían idénticos en ese lugar, salvo por algún muerto más o menos, desangrado en peleas con botellas rotas, violencia doméstica inconcebible, enfermedades transmisibles que volteaban a esos sujetos en las zanjas denominadas calles. A veces, desaparecían los cadáveres y se presumía secreta antropofagia, aunque también era usual la venta de los mismos para oscuros rituales animistas, de inescrutable origen.
 En ocasiones, se incorporaba a ese conglomerado humano algún mendigo baldado en busca de precario cobijo.
 El día que hubo un enfrentamiento de bandas antagónicas,  por diferencias tribales y de reparto en la comercialización del qat, poderoso psicoestimulante mascado por la mayor parte de los "escupitajos" de todo sexo y edad, la principal arteria de "Villa Purulencia" se cubrió de sangre mezclada con lodo apestoso.
 No era la primera vez que esto ocurría, con despliegue de palos,  machetes oxidados, furibundos gritos en idioma nyanja, bemba o kaounde, cercenamientos y mutilaciones.
 Lo que esta vez signó la diferencia con circunstancias similares, fue lo inconcebible.
 Los contendientes, vieron azorados como un disco de color indescifrable, de tonalidad tornasolada y unos cincuenta metros de circunferencia, descendía lentamente, hasta quedar estático a escasa distancia del repugnante suelo.
 Como si se pulsara la tecla de STOP de un dispositivo de imagen y sonido, la lucha se detuvo, congelándose  la acción.
 Los harapientos individuos en pugna, observaron como en la nave, sin duda de oriundez celestial o alienigena, se abría una compuerta en su superficie compactamente lisa, sin nada que indicara algo afín a una ventana.
 Hasta los malheridos, silenciaron sus ayes de dolor ante el esplendor de la aparición, que por sus características, inmediatamente generó en esos desechados una impresión de índole mística.
 Se postraron en señal de sumisión, de sacro terror..., incluso, de vergüenza.
 Quizás de humilde esperanza, ante el hecho de ser testigos de una manifestación superior a todo lo conocido.
 Dos seres, que parecían poseer una estructura amorfa y una ambigua fisonomía, se asomaron por la abertura y escrutaron por un breve lapso a la silenciosa caterva, inmóvil y arrodillada en señal de respeto, casi de adoración.
 Como al unísono, las dos figuras parecieron mirarse entre ellas.
 Esbozaron un movimiento con sus cabezas, que en el lenguaje gestual universal implica negación.
 Retrocedieron al interior de la nave, mientras la compuerta se cerraba.
 El disco, se elevó mediante una propulsión indescifrable y desapareció de la vista de los "escupitajos".
 No habría transcurrido ni un minuto desde su ocultamiento, cuando la violencia detenida se activó con mayor furor:
 La batalla entre menesterosos adoptó una formulación de guerra de exterminio, donde no se tomaban prisioneros, a sabiendas de que todos estaban condenados.

                                                         FIN


  
  

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