jueves, 1 de noviembre de 2012

EL MINUTO PREVIO A SU MUERTE

 Arturo Machmer supo lo que le estaba por ocurrir.
 No se consideró por ello un privilegiado con el don de la precognición, interpretó que viendo a ese tipo que lo apuntaba con un arma sostenida con mano temblorosa-podría ser un adicto que necesitaba urgente su dosis de paco-no era muy difícil anticipar el final que le esperaba.
 Ya le había entregado la billetera y el celular, pero el sujeto joven y desaliñado, seguía encañonándolo mientras balbuceaba un fraseo inconexo.
 Pensó en distraerlo con un movimiento ambiguo, para aprovechándose de su confusión arrojarse encima suyo y desarmarlo, pero supo que eso-justamente-significaría su muerte ya percibida.
 No entendía las palabras del energúmeno, que hablaba de modo gutural un léxico que le resultaba incomprensible; incluso, suponía que también lo era para el propio delincuente.
 Escuchó como el cómplice, quién lo esperaba al comando de una motocicleta con el motor en marcha, le indicaba  apremiantemente que ascendiera al rodado.
 El que lo amenazaba, parecía no darse por aludido y proseguía vociferando incoherencias.
 Quizás considerando el error de salir a delinquir acompañado por semejante idiota, el conductor de la moto partió raudo, mediante una fuerte acelerada.
 El otro quedó solo como un imbécil en un erial.
 Arturo Machmer detectó el momento exacto, en el que el delincuente ya solitario, dejó de farfullar y observó el sitio vacío donde estuvo su secuaz.
 En una fracción infinitesimal de tiempo, evaluó que podía desviar lo que había considerado como su destino inevitable.
 Él nunca en su vida había acertado con lo que iba a suceder, supuso que esta vez sería más de lo mismo..., pero a su favor.
 Se lanzó sobre el asaltante para intentar quitarle el arma.
 Durante el forcejeo que se produjo, recibió varios disparos que concurrieron a provocar su deceso, tal como lo había previsto un minuto antes.
 Al sentir el primer impacto, remembró que esta vez pudo anticipar el curso de los acontecimientos..., lamentablemente, con un minuto de antelación y con la plena seguridad de que no volvería a repetirse.
 Cuando el dolor físico y la final pérdida del conocimiento, comenzaron a fusionarse, reparó en que su asesino se descerrajó un tiro en la boca.
 Arturo Machmer murió pensando en los misterios del destino y su connubio con el absurdo...¿O destino y vida eran asimilables?...

                                                             FIN
     

  
  

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