viernes, 4 de enero de 2013

AUTOBIOGRAFÍA DE UN FALSARIO

 El libro se titulaba:
 AUTOBIOGRAFÍA DE UN FALSARIO
 Fue la única vez que ese escritor no mintió.
 De todos modos, el público lector que lo adquirió lo consideró un embuste; un engaño disfrazado con una presunta máscara de sinceridad autoral, que por el contrario, contribuía a aquilatar la mentira y expandirla como una onda perversa.
 Debido al tenor de lo que el texto refería, las repercusiones mediáticas del asunto no se hicieron esperar:
 Confrontaron al autor con evidencias sobre sus falsedades, le iniciaron juicios por calumnias, lo juzgaron a nivel opinión pública como un mitomano irredimible, emporcador de dignidades ajenas y portador de la suya completamente agusanada.
 Tal explosión en los medios le generó abundantes regalías: la cantidad de ejemplares vendidos superaba las más optimistas expectativas editoriales.
 Las ediciones se sucedían con inusual continuidad, así como las acciones legales contra el autor.
 Cuando comenzó a recibir paquetes sospechosos, amenazas de toda índole e incluso, un par de ataques a su integridad física en los que el azar evitó daños mayores, decidió reconocer la enorme patraña en que consistía el libro; o mejor dicho, reiterarla, debido al titulo del mismo.
 Justamente, hizo hincapié en este detalle, para comunicar que todo lo expuesto en la obra era una autobiografía imaginaria sin correlato con lo real.
 De última-anunció públicamente-era la autobiografía de otro..., de un sujeto inasible conformado por la materia de los sueños; así como aquellos que se sentían afectados por su mención en el libro, no eran las personas reales, sino otras, carentes de toda vinculación con sus identidades concretas.
 Expuso como ejemplo una situación masturbatoria, donde la identidad evocada en el ejercicio de la autosatisfacción, se halla absolutamente escindida de la persona en sí, para convertirse en algo similar a un programa mental que la excluye de toda posible negación o aquiescencia, de la apelación a derechos de cualquier índole.
 Seres carentes de sustancia carnal, cuyas identidades mutan hasta fluir en el torbellino de la famosa, imaginación al poder.
 Dijo que él, solo llevó a la palabra escrita el flujo de sus pensamientos.
 Todo era como en una novela. Una ficción.
 No le creyeron.
 Ya se había convertido en un paradigma del mentiroso, la noche que cayó desde un balcón de su departamento, en un piso alto, aferrando con su diestra un vaso de whisky hasta el instante del brutal choque contra el pavimento.
 Si bien su cadáver fue debidamente identificado, pocos creyeron que fuera cierto.
 Es que luego del acto exhumatorio, muchos aseguraron haber visto a un individuo sumamente parecido al occiso, merodear por los alrededores del velatorio y del cementerio donde serían cremados sus restos; como si quisiera corroborar la coronación suprema de su mentira: su propia muerte. De todos modos, el suceso generó un sentimiento de satisfacción entre sus enemigos, en muchas casos, dificultosamente disimulado; o sea, verdaderamente genuino, real.

                                                                     FIN

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