lunes, 29 de noviembre de 2010

AISLAMIENTO ESPONTÁNEO




                                     

 Comenzó de la siguiente manera: se sentaba en el colectivo y aunque hubiera pasajeros de pie, el lugar disponible a su lado seguía vacío.
 Lo mismo en trenes y subtes.
 En las filas de pago del supermercado o de lo que sea: los de atrás y los de adelante establecían un espacio  prudencial.
 En el trabajo-su labor diaria de índole administrativa era rutinaria-los compañeros actuaban del mismo modo.
 Como el jugador de fútbol ante el árbitro, conservando distancia.
 Era un hombre tímido y solitario, de escaso roce social y que además vivía solo, pero nunca había generado conductas extemporáneas en los demás.
 El único amigo que tenía, alejaba la silla en el café.
 Sin explicaciones.
 Preguntó en el trabajo:
 -¿Que pasa?...
 Compañeros y jefes no respondían y adoptaban actitudes evasivas.
 En esos días, una mujer con quien mantenía una relación esporádica, definitivamente dejó de verlo aduciendo motivos inconvincentes.
 Sus padres no vivían, pero su hermano y sus primos le exponían pretextos para que no los visite.
 Fue a la cancha, a la popular: un vacío lo rodeaba entre la multitud de un clásico.
 En el cine lo circundaban butacas vacías.
 Efectuó una consulta médica.
 Todo bien, pero el facultativo ponía distancia como con un apestado de la Edad Media.
 El espejo no revelaba anomalías visibles y era evidente que no padecía halitosis ni emitía olores ofensivos.
 El cura, abroquelado en el confesionario, le dijo que ore mucho y evalue detalladamente sus pecados.  Durante la misa, el resto de los feligreses evitaba acercarse a menos de dos metros de su humanidad.
 Cuando fue a un departamento privado donde se ejercía la prostitución y no lo quisieron atender aduciendo vaguedades, consideró que la situación se había tornado insostenible.
 Por primera vez en su vida, recurrió a la psicoterapia.
 El profesional que lo atendió-a considerable distancia-le dijo que se trataba de una situación fantasmal emanada de su inconsciente, pero casi sale corriendo cuando él acortó los dos metros que separaban a ambos.
 Pensó en una conspiración...
 ¿Pero como tantos desconocidos podían ponerse de acuerdo, unificando su comportamiento ante una persona públicamente insignificante?...
 Al cumplirse dos semanas de estos sucesos, creía que estaba ingresando en la locura y hasta consideró el suicidio.
 Pero el domingo al mediodía, caminando las calles del barrio vacías de transeúntes, observó una niebla rojiza suspendida como en la nada.
 Algo se despertó en él: creyó comprender su destino.
 Penetró en ella resueltamente, sabiendo que había sido elegido para algo único, más allá de su voluntad.

 En su lugar de trabajo, nadie habló de su desaparición.
 Algunas personas que no lo conocieron y participaban de ciertos foros en Internet, intentaron ahondar en la información sobre un supuesto caso de abducción, en el extraño barrio de Parque Chas, donde vivía el individuo en la casa que recibió por sucesión familiar y que luego quedó abandonada.
 Hubo una investigación judicial por desaparición de persona, que fue realizada de oficio ante el testimonio de un vecino. Dicho individuo dijo haber presenciado un suceso que le "costaba definir" protagonizado por el desaparecido, a quien conocía de vista por vivir frente a su casa, tal como consta en actas.
 El resto de los vecinos dijeron que lo veían tan poco, que ni recordaban su cara.
 La mujer con la que tenía algún tipo de relación, no pudo ser localizada.
 Hermano, amigo y primos, dijeron tener un trato altamente espaciado con la persona en cuestión.
 El vecino testigo de algo aproximado a una volatilización-tal fue el término que figura en el expediente-padeció a los pocos días una hemorragia  subaracnoidea espontánea, en grado V; o sea, quedó en coma, descerebrado; no volvió más a su casa.


                                               FIN

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