sábado, 21 de julio de 2012

LAS ALAS DEL CATACLISMO

 El hecho en sí, le resultaba repugnante, pero sabía que debería proceder antes de que la mariposa remonte vuelo.
 Era un ejemplar que derrochaba belleza, aún inmóvil sobre el tallo verde.
 Si fuera poeta-pensó-diría que parece un alarido de colores..., pero quedaba poco tiempo y no podía dedicarse a la delectación visual.
 Con un diario enrollado-él aún era afecto al soporte gráfico de la información-descargó un golpe de neta contundencia sobre el indefenso insecto, que provocó como un estallido orgánico, el desmenuzamiento y dispersión de las partes compositivas.
 Alguien debía hacer la tarea sucia..., reflexionó, mientras arrojaba el diario emplastado al recipiente de residuos.
 Japón no puede soportar otro terremoto con tsunami..., fue el colofón a su razonamiento, recordando la teoría del caos y su inherente efecto mariposa.
 Se alejó del jardín, sintiéndose el salvador del Nippon Koku.
 Kamikaze:viento divino..., la tempestad que salvó al Imperio del Sol Naciente de la invasión mongol.
 Nuevamente se producía la intervención de los dioses del Shinto, esta vez, mediante su mano.
 Aunque en esta oportunidad, ciento veintisiete millones de japoneses nunca se enterarían de su acción salvadora. Se notó entristecido:
 No es que esperara un reconocimiento oficial por su acto-él siempre hizo el bien en forma privada-pero a veces consideraba que su modo de interpretar los conceptos era, por decirlo de alguna forma aproximada, excesivamente literal.
 Quizás la mariposa deslumbrante podría haber seguido volando, sin que su aleteo ocasionara la desaparición del país de la flor del cerezo..., de todos modos, ya era tarde para comprobarlo.
 Apuró sus pasos aterrorizado, al sentir que la tierra palpitaba bajo sus pies, dado que se hallaba en otra zona sísmica, en Valparaiso.
 Con horror, sintió un sordo rumor del lado del mar, como si el Pacifico bullera y arrastrara todo a su paso. Mientras el suelo se agrietaba, pensó que una mariposa pudo iniciar su vuelo en Japón..., en el otro extremo, sin que nadie se lo haya impedido.

                                                                        FIN  
 

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