miércoles, 15 de mayo de 2013

EL OJO TODOPODEROSO

 Luego de escuchar el timbre, se dirigió hacia la puerta de calle para alzar la pieza metálica que cubría la mirilla, una reducida abertura enrejada.
 Precaución obvia ante la vigencia de la inseguridad, con más razón, en ese barrio suburbano de apariencia tranquila, lo que podría motivar la desprevención con consecuencias quizás devastadoras.
 Solo vio un ojo.
 Un ojo que cubría todo su espacio visual.
 Sintió que el ojo emitía una especie de corriente magnética, que parecía soldar los suyos a esa mirada de cíclope.
 No podía separar la vista de ese ojo hipnótico, que lo observaba más allá de lo físico, como una visión escrutadora de su mente.
 La clásica pregunta... ¿Que desea?..., le resultaba impronunciable, porque sus cuerdas vocales no respondían a los impulsos de su cerebro.
 Tampoco podía moverse; se hallaba paralizado bajo el influjo de ese ojo omnividente.
 Trató de ordenar sus pensamientos impregnados de pavor, pero parecía que el ojo los revolvía buscando hallar algo en ellos.
 Se entregó al poder de ese ojo, que por otra parte, le era conocido.
 Demasiado conocido: signó su vida.
 Recordó como en ráfagas, su vida de avaro; de anciano pudiente que vivía como un frugal jubilado.
 Su memoria le devolvió las imágenes de la usura con la que cimentó su fortuna; de la lujuriosa satisfacción que obtenía al ver y tocar su acumulación de metálico, que conservaba solo para si mismo.
 Por ello, reconocía a ese ojo observado tras la mirilla, al que desde hacía una suma de décadas le rendía pleitesía.
 Lo había visto centenares de miles de veces reproducido en los billetes de un dólar.
 Pero nunca se imaginó verlo palpitante, fuera de los limites del papel moneda que adoraba.
 Ahora, que percibía que algo trascendente estaba próximo a ocurrir, podía discernir que el ojo del ANNUIT COEPTUS, no necesariamente simbolizaba a Dios todopoderoso en plena aprobación de los Estados Unidos, como oficialmente se lo consideraba. También podía ser el de Mammón, el infernal señor del dinero, que escrutaba desde el Gehena a sus mejores servidores.
 Estaba seguro que él lo había sido, pero dado que venía a buscarlo, desconfiaba del sistema de recompensas que podía otorgar un demonio...

 La causa de la muerte del anciano se estableció según el informe forense, como producida por un  ACV isquemico. La policía había ingresado a su domicilio, debido al requerimiento de vecinos alarmados por el mal olor que emanaba de la modesta vivienda.
 En la misma, se halló una bóveda oculta de amplias dimensiones, con puerta blindada.
 Con presencia de funcionarios judiciales y de primos terceros del difunto, cerrajeros especializados procedieron a su apertura.

 La cifra cercana al millón de dólares en efectivo, que se encontró en el tesoro oculto, fue depositada en custodia judicial hasta la resolución del juicio sucesorio entre parientes lejanos en pugna.
 A todos les llamó la atención, el vasto espacio, que el fallecido tuvo que destinar al acopio de tal desmesurada cantidad de billetes de un dólar.
 A todos, salvo a la mujer de un primo tercero del finado, quien conociéndolo íntimamente aunque sin poder hacer público dicho conocimiento, pensó que de ese viejo miserable se podía esperar cualquier cosa.


                                                                 FIN






  

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