miércoles, 6 de febrero de 2013

SATANÁS ESTÁ DE FARRA

 -Dios...
 ¿Quién sos?...
 -Quién quieras que sea.
 Fue la respuesta que escuchó.
 Provenía de su maestro; su mentor espiritual.
 Suponía estar solo en la celda de recogimiento, como era habitual en la reclusión monástica a la que había accedido por libre elección. La presencia de su superior lo sobresaltó.
 Estimó que le adjudicaría una fe precaria, de cuestionamientos iniciales.
 De búsqueda del absoluto mediante preguntas adolescentes, impropias de alguien que a pesar de los pocos días que llevaba en el monasterio, se consideraba totalmente maduro, en su opción de renunciar a la vacuidad mundana; a sus falsas glorias y oropeles, que solo disfrazan el cadáver que yace en todos nosotros en el breve tránsito terreno que nos concierne, para confluir en la morada del alabado omnipresente.
 Sabía que su decisión de apartarse de las vanidades profanas, también implicaba hacerlo de sus sueños anteriores: cruzar la cordillera en globo como Bradley y Zuloaga, amar a una mujer, formar una familia, perderse en los goces de la carne femenina. Pero que se podía esperar de un mundo que el hombre y su desvarío estaba convirtiendo en un matadero: el Marne, el Somme..., el exterminio de centenares de miles de almas que no podrán conjugar el verbo divino.
 Su renunciamiento a ese mundo, lo aislaría de todo lo que no fuera oración y alta servidumbre; ya no importaban ni Victorino de la Plaza ni el flamante presidente Yrigoyen; su destino, dependía de quién superaba inefablemente todo poder emanado de los hombres.
 Postrado, en señal de humildad ante su guía en el camino más alto y más desierto, murmuró:
 -Solo quiero que él me responda.
 -No lo hará.
 Le contestó quién lo observaba, erguido.
 -Él no habla. Tampoco escucha, huele, ve, siente...
 Agregó con un tono vocal de firme convicción.
 El novicio elevó su mirada, la que evidenciaba indisimulado horror.
 -¿Él no es puro amor?...¿No concita su atención la súplica y el orar?...
 Preguntó con inquietud.
 -Te repito...
 Él es todo lo que proyectes en él.
 Es la suma de todo y es el todo, lo que también incluye a la nada anulada por la magnitud de su entidad.
 El novicio necesitaba aclarar el tema de la insensibilidad divina; si era así...¿Como discernía el Altísimo la condición que definía los comportamientos de los extraviados mortales?...
 ¿Como podía evaluarlos si se trataba de un ente insensible?...
 Le confió su preocupación y angustia a quién se hallaba de pie, permaneciendo él de rodillas.
 El erguido, bendecido por la gracia de décadas al servicio del que reina sobre los reyes, le respondió:
 -Es ajeno a nuestra incumbencia, interpretar como se produce en el plano divino la separación de la paja y el trigo.
 El aspirante, incrementada atormentádamente su confusión, en crisis, ante respuestas paradójicas que lo superaban, verbalizó su dolor espiritual.
 -No puedo suponer que adoramos un principio inteligente, desvinculado de nuestras circunstancias terrenas de padecimiento y desvalido goce. Que nos rige desde un nicho inconcebible, conformado por la intangibilidad y el desdén hacia sus criaturas.
 ¿Es este el dios que también es padre y al que le debemos alabanza?...
 El hombre, ubicado de pie frente a él, le contestó...
 -Así es; se adora una especie de aire rector de la creación que el mismo determinó. Es capaz de emitir espanto y bienaventuranza, de dictaminar castigos y recompensas, solo deslumbrado ante si mismo y ajeno a la composición de la plegaria, pero presto a interferir en el destino de los miserables humanos.
 El novicio, explicita su frustración ante las revelaciones que recibe, concernientes a una entidad que resulta tan extraña, a la especie que creo privilegiada por la capacidad de reconocer su divina potestad.
 -No puedo dedicar mi vida a servir a una partícula de viento; un fuego que enciende un matorral.
 Una zarza ardiente.
 El maestro se pone a la altura del discípulo. Lo mira a los ojos y le habla en tono parsimonioso.
 -Ya decantaste tu ilusión de absoluto. Ahora estás presto para servir a la divinidad trasgresora, la que se escindió de la otra para constituirse en rebelión ante su insustancialidad.
 Adorarás al que no envió a un hijo ni sedujo con la redención; al que puede carnalizarse cuando quiere y también, asar las carnes...
 Al ángel caído, siempre presente en la vera historia de la humanidad, algo fácilmente detectable repasando el devenir de la misma.
 Al que se marca como el mal porque posee masa, mientras el otro rector del mundo, es pura energía exógena...
 También se le adjunta todo sufrimiento..., pero deberás creerme que nosotros, sus fieles acólitos, podemos lograr recónditas formas de dicha, desconocidas para los demás.
 El maestro espiritual acercó al joven una estatuilla pétrea, de demoníaca representación.
 -Te presento al Príncipe de las Tinieblas: Baphomet...
 Le pidió que besara el ano de la imagen, con la unción del acólito primigenio.

 El aspirante a monje, corría desolado por las galerías de piedra de lo que era un templo del demonio,   edificado en plena campiña bonaerense.
 Quería escapar, pero no hallaba la salida.
 Cuando cuatro fornidos monjes lo inmovilizaron, para luego llevarlo en vilo ante el maestro, sintió que su emotividad agredida confluía en el desmayo.
 Antes de perder el conocimiento, en ese reducto espiritual mimetizado, alcanzó a escuchar a uno de los encapuchados hermanos proferir entre risas:
 -Satanás está de farra...
 Aferrado con violencia por la nuca, su boca no depositaba el ósculo pedido sino que se destrozaba contra el ano de piedra de la figura, impregnándolo con su sangre.
 Los monjes reían...
 Ahora fue el maestro espiritual quién habló.
 -Satanás esta de farra...
 Lo dijo acompañado por las carcajadas celebratorias de los demás, mientras eran abiertas un par de botellas de absenta, el "diablo verde" de las grandiosas fantasmagorías.
 Uno de los hermanos, prorrumpiendo en estruendosa risotada, preparaba el azúcar en terrones y la jarra de agua helada para iniciar la ingesta de Pernod, justamente, a un año de su prohibición en Francia.


                                                           FIN




   

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