lunes, 10 de diciembre de 2012

FRANCOTIRADOR NOCTURNO

 Lo seguía con la mira telescópica de su fusil, perfectamente centrado, a pesar de ser un blanco móvil  que se desplazaba adoptando precauciones, como ser, buscar circunstanciales coberturas que oculten su tránsito, avanzar en forma sinuosa, agazaparse. Si bien desaparecía de su visor de rayos infrarrojos-que le permitía ver en la noche-durante breves momentos, inmediatamente reaparecía, para ser otra vez enfocado por la óptica de su arma.
 El francotirador experto, fantasmal terror del ejército contrario, solo debía accionar la cola del disparador y contabilizar una nueva baja en su haber.
 No disparó. Bajó el arma.
 Sabía que ese anónimo soldado enemigo, desafiaba los riesgos que generaba su presencia conocida y no ubicada, para ir a buscar agua al arroyo que se hallaba a doscientos metros; seguramente, enloquecido por la sed.
 El francotirador, distendió sus labios en una leve sonrisa.
 Que se sacie de agua..., pensó, que sienta la módica pero vital satisfacción de calmar su sed. Lo merece, dadas las privaciones que soporta con sus camaradas, bajo la presión del ejercito sitiador.
 Se propuso matarlo cuando volviera..., quizás, se hallara imbuido de un inicio de esperanza, sintiendo el pregusto fantasioso de un futuro pródigo en ventura; es mucho lo que puede motivar el agua en el sediento extremo.
 El francotirador, bebió un largo trago de la cerveza fría que nunca le faltaba-era considerado un militar de elite-y se dispuso a esperar el regreso de la víctima a la que le dispensó el beneficio, la gracia de morir súbitamente-sus disparos siempre eran de letal precisión-quizás, en un estado próximo a la felicidad.
 Consideró que esta presunción siempre le hacía más fácil la tarea, mientras se colocaba en posición de tiro, presto a abrir fuego.

                                                                  FIN

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