Se dobló por el dolor cruzando sus manos sobre la zona afectada, habida cuenta, de la dificultad de movimientos que generaban los pasajeros que atestaban ese vagón.
Le faltaba el aire; supuso que la mujer gorda sabía como golpear, cuando escuchó sus gritos:
-¡Hijo de puta, andá a manosear a tu madre!...¡La reputa que te parió...¿Así que me querés tocar el culo, hijo de una gran puta?...
La voz resultaba estentórea, de un tono que revelaba un nivel socio-cultural deprimido...o deprimente.
Mientras la tipa proseguía con sus acusaciones públicas, él sentía como su cómplice le sustraía billetera y celular con hábiles manipulaciones, ocultas tras una bolsa de supermercado cargada con vaya a saber qué.
Quería proferir que era víctima de un despojo actuado, pero las palabras se trababan en su boca debido al dolor espasmódico que sentía.
Percibió que el tren ingresaba a la estación. La mujer se abrió paso rumbo a las puertas, como sumida en una crisis nerviosa, gritando que iba a denunciar al abusador ante los efectivos de seguridad ferroviaria.
Tras ella, fingiendo no conocerla, bajó su secuaz.
Cuando pudo decir en voz alta que lo robaron mediante artimañas e infundios, ya era tarde, de todos modos, a nadie pareció importarle demasiado.
Salvo al pasajero que tenía a la derecha, maltrazado, de profusos tatuajes y olor a transpiración.
Le dijo:
-Estaba buena la gorda...¿Eh?...¿También te la apoyaste?...
Yo se la refregué toda..., se ve que la gozaba la guacha.
FIN
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