domingo, 23 de diciembre de 2012

EL CODAZO DE LA BRUTA

 Lo recibió pleno en el estomago.
 Se dobló por el dolor cruzando sus manos sobre la zona afectada, habida cuenta, de la dificultad de movimientos que generaban los pasajeros que atestaban ese vagón.
 Le faltaba el aire; supuso que la mujer gorda sabía como golpear, cuando escuchó sus gritos:
 -¡Hijo de puta, andá a manosear a tu madre!...¡La reputa que te parió...¿Así que me querés tocar el culo, hijo de una gran puta?...
 La voz resultaba estentórea, de un tono que revelaba un nivel socio-cultural deprimido...o deprimente.
 Mientras la tipa proseguía con sus acusaciones públicas, él sentía como su cómplice le sustraía billetera y celular con hábiles manipulaciones, ocultas tras una bolsa de supermercado cargada con vaya a saber qué.
 Quería proferir que era víctima de un despojo actuado, pero las palabras se trababan en su boca debido al dolor espasmódico que sentía.
 Percibió que el tren ingresaba a la estación. La mujer se abrió paso rumbo a las puertas, como sumida en una crisis nerviosa, gritando que iba a denunciar al abusador ante los efectivos de seguridad ferroviaria.
 Tras ella, fingiendo no conocerla, bajó su secuaz.
 Cuando pudo decir en voz alta que lo robaron mediante artimañas e infundios, ya era tarde, de todos modos, a nadie pareció importarle demasiado.
 Salvo al pasajero que tenía a la derecha, maltrazado, de profusos tatuajes y olor a transpiración.
 Le dijo:
 -Estaba buena la gorda...¿Eh?...¿También te la apoyaste?...
 Yo se la refregué toda..., se ve que la gozaba la guacha.

                                                                    FIN

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