martes, 25 de septiembre de 2012

DEL FUEGO PRIMIGENIO

 El fuego, se hallaba circunscrito por un círculo de piedras, colocadas ordenadamente.
 Dos hombres de alrededor de catorce años-en esos tiempos, toda edad humana era aproximada-eran los designados como guardianes del elemento.
 Una función socialmente elevada:
 Ellos, conocedores de la tecnología de conservarlo permanentemente encendido, estaban dispensados de participar de la caza y de la guerra, las ocupaciones medulares de los demás varones del pequeño núcleo gregario.
 O sea que los guardianes del fuego, se quedaban junto a las mujeres y los niños, durante las extendidas expediciones venatorias o de índole bélica, que realizaban los otros machos.
 Incluso, el mismo chamán-jefe debía abandonar la caverna, para ponerse al frente de sus hombres.
 Ancianos no había-el último, de 37 años, murió al desbarrancarse perseguido por una fiera-mientras que los que quedaban inválidos, usualmente eran devorados en aras de la supervivencia de la tribu y de cierta intervención ritual, que era oficiada por el chamán-jefe.
 En lo que se refiere al fuego, los guardianes solo conocían los procedimientos para conservarlo, no para generarlo.
 Obtenido mediante un hachón de un incendio provocado por un  rayo, debía evitarse que se apague, dado que se desconocía como producirlo.
 Pero los dos hombres de catorce años consagrados a la guarda del fuego, a veces se distraían:
 Las mujeres que se quedaban solas los rodeaban continuamente, antes de partir a marisquear o a recolectar bayas silvestres.
 Todas, ya sean las que cargaban a sus hijos, las que amamantaban, las grávidas e incluso las consanguíneas.
 Rozaban sus falos como con displicencia, se agachaban provocativamente, los exitaban con sus olores y sus movimientos que remedaban la cópula.
 Los hombres de catorce años no eran de madera..., como la que se quemaba en la hoguera primigenia que debían preservar.
 Sus sentidos, eran atizados como el fuego que custodiaban y como el mismo, erguían sus llamas...
 El hecho, es que los guardianes del fuego desatendieron su rol, a pesar de generar progenie que redundaría en una expansión demográfica de la tribu.
 Pero agotados por el esfuerzo sexual que realizaban en forma continua, vivían exhaustos...y el fuego se apagó.
 Cuando la horda regresó de una cacería con carne fresca, los halló dormidos, reponiendose de la sucesión de éxtasis en la que se hallaban continuamente sumidos.

 Luego de matarlos a garrotazos y decidir, que servirían de alimento crudo para la tribu, el chamán-jefe, quién se reservó el tuétano de las víctimas, adoptó una medida trascendental para la especie:
 Designaría y adiestraría mujeres como guardianas del fuego, cuando se consiguiera la nueva rama encendida, base de la hoguera.
 Hizo el comentario a los mejores cazadores y guerreros,los que no pudieron disimular su asombro, ante esa inconcebible transferencia del conocimiento que con el discurrir del tiempo, podría generar males mayores, como ser, la perdición de los hombres; por otra parte, sabían que esto ya había ocurrido.

                                                                         FIN

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