viernes, 11 de julio de 2014

EL SICARIATO DE SATÁN

 Satán lo designó para efectuar la tarea.
 Sin prisa. Solo debía esperar que ella apareciera ante su vista, rutilante de esplendor por la potencial santidad que le podría deparar su futuro religioso.
 Así fue. La distinguió y la diferenció de las restantes desconocidas que se hallaban en el Municipio de San Carlos, para cumplir con la misión encomendada por su amo.
 Mata a una mujer...
 Esa es la frase que dijo escuchar interiormente y está presente en su declaración policial.
 Quizás la orden que recibió mentalmente fue otra: mata a esa mujer.
 No a una al azar, sino a la que había arribado a ese ámbito municipal, a los fines de percibir el estipendio correspondiente al trabajo que desempeñaba en una radio local.
 La que a fin de año se iba a unir a las monjas de clausura de la congregación de las Carmelitas del Espíritu Santo, en Luján de Cuyo, en un acto de entrega religiosa que implicaba la voluntaria reclusión.
 Fue esa la que le señalizó el Señor de las Tinieblas, su amo, la potestad que aplica el principio de la obediencia debida sin miramientos de ninguna índole, ni conceptuaciones deliberativas.
 E.P. respondió al sombrío mandato sin vacilar, presto al servicio de aquel que abandonó la luz para sumirse en la más oscura densidad.
 La acuchilló repetidamente, desgarrando esa carne próxima a consagrarse, para cumplir él mismo con su propia consagración invertida.
 ¿Que pensó ella ante la agresión imprevista, desaforada, por parte de un individuo al que nunca había visto con anterioridad?...
 ¿Vislumbró en los pocos minutos que le quedaban de vida, la dorada corona del martirio ceñir sus sienes?...
 Fueron instantes tremendos para los testigos próximos, como una eclosión de fuerzas centrípetas que mezcló potentes aromas: el inconfundible del azufre en combustión, mixturado con el de pétalos de rosas en maceración divina.
 Es que la vida de ella se consumió en ese aquelarre individual, llevado a cabo por un paciente psiquiátrico, convertido en dron humano por obra y arte del Maligno.
 ¿Que intentó E.P. con su accionar letal ?...
 Podría ser impedir que ella desarrollase una vocación dedicada a la oración en clausura, en la cual, tiempo proyectado, su renunciamiento al mundo cristalizara en milagros. Como todo prodigio, generarían el desconcierto inicial de los creyentes y el estupor de los ajenos, así como la total repulsión de la Bestia, para quién resultarían intolerables.
 Lo mencionado es inverificable, pero podría inferirse que Satanás también impulsa especie de guerras preventivas, de grado minimalista y selectivo, en las cuales el nivel de su intervención resulta acotado y la firma de sus acciones, derivada al proceder de los orates a su servicio.


                                                                    FIN

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