martes, 8 de marzo de 2016

EN EL RECINTO DE LA DUCHA

 Como siempre, bañarse en el cubículo sobre el que se halla instalada la ducha, le resulta complicado.
 Hombre de contextura robusta, sufre la incomodidad de enjabonarse meticulosamente, como lo  hace desde los lejanos años de su infancia, con la cortina que cuelga del barral curvo para evitar que se empape el piso, literalmente pegada a su piel.
 Este contacto vinílico le genera una sensación opresiva, manifiestamente desagradable, que se acrecienta a medida que la tela plástica decorada con rombos de alegres colores parece ir envolviéndolo con fines adhesivos.
 La diferencia con las demás veces, es que en esta ocasión, no puede deshacerse de ella.
 La cortina va ciñendo su cuerpo como la boa constrictor con sus víctimas, mediante un abrazo cuya presión conduce a la asfixia.
 Con esfuerzos denodados intenta desprenderse de lo que ya considera un ataque, sin resultados favorables. Estima que por algún proceso indescifrable, lo inerte cobró vida...y quizás necesita alimentarse.
 Comienza a gritar desesperado, aunque sabe que vivir solo en ese departamento interno no facilita que alguien lo escuche; con horror, siente que el plástico le cubre la boca y los orificios nasales. Como en un relampagueo fugaz, alcanza a lamentar mentalmente su desidia: hace años que decidió comprar una mampara de acrílico para reemplazar la maldita cortina...y nunca lo hizo.

                                                                 FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario